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Capacitan a personal del hospital para mejorar atención de niños oncológicos

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Capacitar al personal de enfermería y paramédico de la red pública de la región para atender de mejor manera a los pacientes infantiles con patologías oncológicas, fue el objetivo del curso "Manejo integral de enfermería del paciente oncológico pediátrico" en el auditorio del Hospital Regional de Antofagasta.

La capacitación estuvo coordinada por la Unidad de Oncología Infantil del Hospital Regional, teniendo entre sus expositores invitados a las enfermeras Paola Viveros y María José Errázuriz del Hospital Calvo Mackenna, ambas especialistas en oncología infantil y manejo del dolor, respectivamente.

También se contó con la exposición de Maura Alcivar, sicóloga infantil y Tamara Inostroza, ambas del Hospital Regional.

Entre las temáticas abordadas estuvo "La situación del cáncer infantil en Chile y la región", y "Generalidades de la Quimioterapia".

Hay que…

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Es tan fácil decir lo que hay que hacer y tan difícil tomar la iniciativa y hacerlo. Somos expertos en diagnósticos y sugerencias pero bastante más incompetentes a la hora de hacernos cargo, de accionar y de hacer que las cosas sucedan. En todo ámbito: "hay que lavar el auto…", "hay que ordenar el escritorio…", "hay que llamar a fulanito y decirle tal cosa…", "hay que arreglar el calefont…", "hay que escribir un informe…", "hay que reparar el techo…", "hay que hacerlo de esta forma…", "hay que…" "hay que…" "hay que…".

Y es que el "hay que..." es un binomio perfecto. Perfecto para utilizar cuando uno quiere dar la impresión de que está involucrado con alguna situación específica. Cuando se busca aparentar que uno colabora. Cuando uno quiere desentenderse de algún asunto y disfrazar su inacción con instrucciones, con advertencias y con recomendaciones cuyo real propósito es, finalmente, lograr que otro haga la pega o el trabajo sucio. El "hay que…" es como un espejismo porque tiene la maravillosa cualidad de hacerte aparecer como parte de la solución de un problema sin que tengas que mover un dedo. ¡Fantástico! Que otro haga lo que yo digo que hay que hacer. Y al final, lo mejor de todo, es que si nadie hace lo que tú dijiste que había que hacer, puedes rematar con una frase de antología que te exculpa y te permite liberarte de cualquier tipo de responsabilidad: "…yo les dije…"

¿No será mucha la patudez? Los problemas y los desafíos de la vida no se solucionan diciendo lo que hay que hacer. Se solucionan más bien haciendo lo que hay que hacer. "Hay que lavar el auto…", ¡lávelo!; "hay que ordenar el escritorio…", ¡ordénelo!; "hay que llamar a fulanito y decirle tal cosa…", ¡tome el teléfono y llámelo!; "hay que reparar el techo…", ¡súbase a una escalera y manos a la obra!; "hay que escribir un informe…", ¡siéntese en el computador y escríbalo!".

Esperar que otro haga lo que a mí me da pereza hacer no es más que un elaborado subterfugio cuyo fin último es esconder la propia desidia y constituye una forma, bastante sofisticada eso sí, de flojera. Pero al final del día -sofisticada o burda- la flojera es simplemente eso: flojera.

No puede haber involucramiento real en ningún asunto si no hay acción. Las palabras se las lleva el viento, las recomendaciones no sirven de nada si no se ejecutan, las instrucciones bien poco aportan si detrás de ellas no hay una gestión concreta. Si no va acompañado de un responsable o de una real intensión o compromiso por hacer algo, el "hay que…" es un cacareo vacío e inútil que se pierde en la inmensidad de la atmósfera y que termina orbitando alrededor de la tierra junto a la basura espacial. El "hay que…", no sirve; el "hay que…" molesta; el "hay que…" es cero aporte.

Hogar de Cristo centra esfuerzos en personas con "mayor daño"

SOLIDARIDAD. Con tantos asuntos pendientes, el llamado sigue siendo a "involucrarse", e "indignarnos", sobre todo en Antofagasta, dicen directivos.
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V. Toloza Jiménez

Con una estrategia social al año 2020, el Hogar de Cristo mantiene el rumbo de su nueva política de enfocarse en las personas con "mayor daño".

Así lo manifestó Solange Veloso, directora ejecutiva zonal norte de la organización fundada por San Alberto Hurtado en 1944 y que está consolidada como una de las instituciones más reconocidas en este ámbito.

Lo anterior implica que los énfasis estarán concentrados en grupos como los adultos mayores postrados, personas en situación de calle, personas con discapacidad mental, sin familia o redes de apoyo , niños sin escolaridad, personas en abandono con alcohol y drogas, más el empleo a través de las fundaciones del Hogar.

"Ese es el norte. Estar donde nadie está; la lógica es que estaremos en ese espacio donde no hay nadie. Esta es la misión, los fundamentos del Hogar de Cristo", explicó Veloso.

Especialización y costo

Uno de los puntos clave de la decisión es que ya se exigen programas de mayor especialización y profesionalización, dado las complejidades que serán abordadas y el carácter más segmentado de esa labor. Al tiempo, esto implica mayores costos, lo que también implica aumentar el número de socios y aportes.

Veloso estima que esto los obliga a crecer en 10% en los ingresos, una meta difícil considerando el momento económico del país. En efecto, los últimos cinco años se han registrado caídas en los aportes, salvo en 2015, lo que igual implicó terminar con déficit de $182 millones a nivel regional.

En la Región se cuenta con 14.395 socios, cuya cuota promedio mensual asciende a los $4.318 y eso es lo que debe incrementarse considerando que aproximadamente el 50% de los ingresos proviene de pagos y convenios realizados con el Estado, mientras el resto es aportado por personas y empresas.

Antofagasta

El asunto es capital en nuestra región que si bien aparece con apenas un 2,2% de pobreza económica (unas 12 mil 888 personas), presenta muy malos indicadores al revisar la "pobreza multidimensional". Allí, el guarismo sube al 19% (unas 107 mil personas), indicador que está por sobre la media nacional que llega al 14,9%.

El problema es grave aquí, apunta David Martínez, nuevo director ejecutivo regional del Hogar.

El Hogar atiende en nuestra región a las ciudades de Antofagasta Calama y Tocopilla, manteniendo presencia con jardines infantiles, residencias infanto- adolescentes, el programa de residencia educativa en el sector de Bonilla (enfocado en reinsertar menores al sistema escolar), hogares protegidos para personas con discapacidades síquicas, más residencias para adulto mayor y las hospederías, entre otras.

El total suma 1.736 acogidos en 25 programas sociales y unos 437 mil en 456 programas en todo Chile. Un 28% de los recursos se destina a educación inicial; un 22% a programas infanto- adolescentes y un 18% a programas para beneficio de personas en situación de calle.

Por ello, David Martínez destacó que la nueva política implementada el año pasado es desarrollada precisamente a través de estas líneas de acción a nivel local.

Tenemos que acoger con dignidad a las personas que lo necesiten y tenemos que convocar a la comunidad para que sean parte de esto; debemos ser lo suficientemente atractivos y transparentes para ello. Antofagasta debe hacerse parte de esta misión social, explicó.

Veloso agrega: "esta causa tiene que ver con la justicia social; esto es responsabilidad de todos, necesitamos que todos nos involucremos, porque es inaudito que en esta región haya niños que no saben leer. Hay que enojarse, indignarse necesitamos gente que se haga voluntario y ayude a los niños a reforzar su lectura, o visite a un adulto mayor que está solo. Esa es la invitación, porque hay tanto por enojarse y tanto por hacer".

19 por ciento de la

población regional está en condición de pobreza multidimensional.