Pezoa Véliz, Arce, Lillo…
Carlos Pezoa Véliz viajó hacia el norte del país, en el buque "Maipo", en los primeros meses de 1905, permaneciendo en la pampa salitrera hasta mediados de ese año. Al recordar sus desplazamientos por tierras nortinas, anotó que Isaac Arce, administrador de Pampa Central, "con todo género de facilidades", le facilitó la búsqueda y captación de impresiones sobre los diversos aspectos de la vida de los pampinos en los establecimientos salitreros que requería para Tierra Bravía, obra que, desafortunadamente, no llegó a escribir.
Según Antonio de Undurraga, "De vuelta de la pampa", poema de Pezoa Véliz, "conjuntamente con su narración en prosa: "El taita de la Oficina", constituyen los dos frutos fundamentales, el único legado de su viaje a la pampa salitrera", en Pezoa Véliz. Ensayo biográfico, crítico y antológico, 1951. De Undurraga, además, se formulaba otras interrogantes: "¿Qué vio el poeta, qué captó, qué sintió, cuál fue el positivo resultado de su viaje?
Punto de partida similar tuvo la experiencia de Baldomero Lillo. Impactado, a la distancia, por acontecimientos propios del Norte de los primeros años del siglo XX -la gran huelga de Iquique, en 1907- viaja a la "pampa de fuego" (las palabras son de Eduardo Barrios), aprovechando unas breves vacaciones. Lillo es el hombre animado por el deseo de conocer las regiones de la pampa salitrera para relatar después las impresiones que su visita sugiriera, en forma de cuentos o novelas.
La proyectada novela sobre la vida en la pampa salitrera, no fue publicada como tal. La obra se titularía "La huelga", constituyó una preocupación real y sostenida en el tiempo por Lillo; escribió más de un capítulo y aunque la experiencia no tuvo el epílogo esperado, restan de esos días, su conferencia "El obrero chileno en la pampa salitrera" y algunos cuentos, según se señala en sus Obras Completas, 1968.
El Norte Grande es más que la pampa salitrera. Hacia donde se mire, otros casos, amplían el panorama.
Osvaldo Maya C.