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Tiempo de amor

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Me gustaban el olor del puerto y la luz que iba rizándolo en el atardecer, como a un animal de piel sedosa, cuyos tonos cambian bajo la presión de la mano. El olor de las maderas anclando la visión de los bosques sureños; el olor del hollín y del carbón, del alquitrán y del yodo; la humedad salitrosa que anuncia el suave invierno.

Yo sentía volver la alegría a mi cuerpo. Golosamente disfrutaba del aire liviano, del sol que apuraba el golpe de mis venas.

Y en el puerto, mecido en su red de humos y de cantos, yo amé a Elsa; amé su risa, dulce de morder como una fruta; sus manos persuasivas, sus pies siempre en el camino del amor.

La amaba con ansiedad, comprendiendo que en sus ojos había pensamientos secretos para mí, que en sus recuerdos encerraba episodios que yo ignoraría siempre.

Elsa, cambiante, fugitiva, contradiciéndose, mintiendo a veces, y poniendo sobre mis sienes dos manos pequeñas que adormecían mi pensamiento… Elsa, pueril, demasiado alegre, demasiado segura de dominar, como sí todos los resplandores metálicos estuvieran en ella y gravitarán sobre mi hasta empujarme hasta no sé qué profundidades de agotamiento.

Cabellera negra, labios pintados; cuerpo de playas esbeltas, donde la ola del amor se reclinada sin esfuerzo para cobrar renovada elasticidad; uñas caprichosas, cejas burlonas; piel tensa, pulida; caminos tejidos, apretados, donde se oscurecía la huella del deseo vagabundo.

Elsa, detrás de tus ojos caía la ruina del destino; detrás de tus besos, la ansiedad de morir. Nada más que tu imagen poseía la tripulación de la noche; tu recuerdo dejaba en suspenso al ladrón escondido en las mojadas piedras del muelle.

Burlándote del tiempo, bailarina de las grandes mareas, avanzabas hasta mí, golpeando con tu risa las ramazones de la esperanza. Toda nuestra miseria perseguía tu leve silueta

Elsa niña del puerto, ¡cómo esquivas mi amargura, cayendo siempre en una hora de luz y de placer! Yo te amé, con la tristeza de todo lo que se me escapaba de ti, y sólo tu imagen, sólo tu fugitiva imagen tuve sobre la infinita soledad del mar…

Salvador Reyes

Construcciones en abismo

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A El microcuento o microrelato es un género que aún se mantiene en las fronteras o márgenes del cuento en términos de clasificación y análisis académico, sin embargo, es ampliamente cultivado en la actualidad y, si bien Hispanoamérica ve sus inicios en el modernismo rubendariano, se identifica el período de las dictaduras latinoamericanas como su momento de mayor desarrollo, pues este formato breve lograba traspasar las fronteras y la censura. De este modo, las "literaturas del exilio" tuvieron destacados exponentes como Omar Lara o José Leandro Urbina en Chile. En el resto del continente lo practicaron Julio Cortázar, Augusto Monterroso y Juan José Arreola, por nombrar a algunos.

Pero lo que más entusiasma de este formato es que muchas personas, que no son escritores de oficio, se atreven a incursionar en él, arrojando buenos resultados. Muestra de esto son las compilaciones de textos que publica Plagio hace ya cinco años en nuestra ciudad bajo el nombre Antofagasta en cien palabras.

Estas minificciones suelen considerarse como un género sencillo cuando en realidad se trata de algo más complejo, tanto para quién escribe estas realidades microscópicas como para quién las recepciona, pues llevan implícitas el desafío de la brevedad, los finales abiertos, la fractalidad, el carácter fragmentario y juego transtextual, en el sentido que muchas veces utilizan referentes literarios que el lector debe reconocer para hacer una interpretación más rica del texto.

Al relato breve se le relaciona con las estructuras y discursos posmodernos que se caracterizan por el rechazo de las ideas de universalidad, racionalidad, verdad y progreso propios de la modernidad. En este tercer milenio desaparecerían los relatos emancipatorios y de legitimación del saber, presentando nuevas formas de entender la realidad, que se reflejan en este tipo de creaciones: disyunción, apertura, lo lúdico, relevancia de los procesos y las pequeñas historias, lo que está al margen, la parodia y la ironía con el fin de "carnavalizar la tradición".

Este formato literario también ha sido relacionado con la sensibilidad neobarroca, cercana a lo heterogéneo, al desorden y al caos, al ritmo y la repetición, al detalle y al fragmento, la distorsión y per-versión de la realidad, con la intención de mostrarnos diversas micro-versiones de ella.

María Constanza Castro M.

Académica Escuela

de Periodismo UCN

Máster en Literatura.

Garbiñe Muguruza ganó Roland Garros al vencer a Serena Williams en la final

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La española Garbiñe Muguruza se apuntó ayer, con 22 años, la primera victoria en un Grand Slam, al vencer en la final de Roland Garros a la estadounidense Serena Williams, que perseguía su vigésimo segundo grande, por 7-5 y 6-4 en 1 hora y 43 minutos.

Muguruza, cuarta raqueta del mundo, ascenderá al segundo puesto del ránking, y se convierte en la segunda española que obtiene el título en la arcilla parisiense, 18 años después del último de los tres triunfos de Arantxa Sánchez Vicario.

La hispana logró el triunfo en la quinta bola de partido, un final algo extraño porque fue un globo defensivo que Williams dio por malo pero que cayó en la línea de fondo.

La raqueta ibérica destronó a la menor de las Williams, que buscaba en París levantar su título 22 en un grande e igualar de esta forma la marca histórica de la alemana Steffi Graf.