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Hablar con los bebés estimula sus circuitos cerebrales

INFANCIA. En una semana, dos estudios confirmaron que la voz, especialmente de la madre, aumenta el rendimiento cognitivo de los niños más pequeños.
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Pamela De Vicenzi/EFE

Dos estudios publicados en los últimos días confirmaron la importancia de estimular el rendimiento cognitivo de los bebés a través de la voz, en especial si se trata de la madre.

Los científicos aseguran que, incluso antes de que los niños comprendan sus primeras palabras, ya han comenzado a enlazar el lenguaje y potenciar su pensamiento, cruciales en el avance de la cognición infantil.

Por esta razón, especialistas de dos casas de estudios llaman a fomentar el desarrollo del habla a través de la experiencia.

Voz maternal

El primer estudio pertenece a la Universidad de Stanford (EE.UU.) y afirma que la voz de la madre activa en sus hijos más circuitos neuronales de los que creían los expertos.

La investigación, publicada en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), explica que las regiones cerebrales que registran una mayor respuesta a la voz materna van más allá de las relacionadas con la audición y se extienden a las que controlan las emociones, el proceso de recompensa, las funciones sociales, el reconocimiento facial y la detección de personas que son importantes.

Estas conclusiones se basan en los escáneres cerebrales realizados a niños de siete a doce años mientras escuchaban a su madre.

"Muchos de nuestros procesos sociales, de lenguaje y emocionales se aprenden escuchando la voz de nuestra madre", señaló Daniel Abrams, líder de la investigación, citado por la agencia EFE. Sin embargo, el especialista resaltó que se sabe "muy poco sobre cómo el cerebro se organiza alrededor de esta importantísima fuente de sonido".

Luego de examinar a 24 niños, el equipo concluyó que quienes experimentaban una mayor conexión entre las diferentes áreas cerebrales al escuchar a sus madres también tenían una mayor capacidad de comunicación social.

En resumen, esto sugiere que un aumento de la conectividad entre las regiones es una huella neuronal de los niños con mejores habilidades de comunicación social.

Experiencia de hablar

En la misma línea, la Universidad Northwestern (EE.UU.) publicó un estudio que asegura que escuchar el lenguaje aumenta la cognición infantil y por ello es necesario estimular el habla en los niños de manera constante para asegurar un buen rendimiento en el futuro.

Esta teoría se basa en estudios previos que afirman que los bebés vienen al mundo poseen una característica que capta no solo las señales comunicativas de los seres humanos, sino también de los primates.

Según la investigación, a los tres meses de edad, la vocalización ayuda a que los niños más pequeños formen categorías y que esto se puede ampliar a través de la experiencia.

El objetivo del estudio, publicado en la revista Cognition, fue comprender qué mecanismos subyacen a este proceso de sintonización rápida.

Tras una serie de experimentos, los autores de este trabajo encontraron que la mera exposición de los niños de seis meses de edad a las vocalizaciones de primates les permite preservar el vínculo temprano entre estas señales y la categorización, punto clave en la cognición infantil.

Sandra Waxman, académica y autora principal del estudio, destacó que la investigación "proporciona un punto de vista único desde el que se debe tener en cuenta la intrincada interfaz entre las capacidades inherentes al infante humano y la fuerza de formación de la experiencia".

El poder que tiene la voz materna

Estudios previos han respaldado la voz de la madre como un elemento importante en la salud infantil. Por ejemplo, una investigación de 2003 de la Queen's University en Ontario (Canadá) aseguró que el feto responde a la vocalización materna a través de los latidos de su corazón. Más adelante, en 2014, un estudio de Tennessee señaló que el habla de la mamá podría ayudar incluso a los bebés que nacen prematuros y hacer que ellos se alimenten de manera rápida y correcta.

Pionero de las "prótesis biónicas" obtiene el premio princesa de asturias

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El ingeniero estadounidense Hugh Herr obtuvo el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica por su aporte a la mejora de la calidad de vida de millones de personas con el desarrollo de extremidades biónicas y prótesis robóticas.

El fallo del jurado se dio a conocer ayer desde Oviedo y el biofísico se mostró confiado en que este galardón contribuya al objetivo de poner fin a la discapacidad gracias a los continuos avances tecnológicos.

Herr recordó que desde la amputación de sus piernas en 1982 ha dedicado su vida "al progreso de la ciencia y la tecnología básica para permitir la reparación biónica de los seres humanos".

Este científico, también escalador, perdió sus extremidades inferiores a los 17 años en un accidente de montaña. Desde entonces, centró su vida en el desarrollo de prótesis controladas por microprocesadores que emulan la funcionalidad de rodillas, tobillos o pies, con las que ha podido volver a practicar su deporte favorito, correr o conducir automóviles sin necesidad de adaptadores.

Licenciado en Física en 1990 por la Universidad de Millersville (EE.UU.), en Ingeniería Mecánica por el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) y doctorado en Biofísica en la Universidad de Harvard, Herr dirige el Biomechatronic Group en el Media Lab del MIT, donde desarrolló las denominadas "prótesis más sofisticadas del mundo".

La Fundación Princesa de Asturias destacó el aporte de Herr al crear "las primeras prótesis que logran emular la locomoción humana, permitiendo superar alguna discapacidad como la que él mismo tiene", lo que además ha contribuido a la integración entre seres humanos y máquinas con el fin de suplir la ausencia de alguna parte del cuerpo.

El rey Felipe VI hará entrega de este galardón en octubre, en el Teatro Campoamor de Oviedo.

El ingeniero y biofísico hugh herr

Biografía

Hugh Herr es doctor en Biofísica, ingeniero mecánico y licenciado en Física. Actualmente dirige el Biomechatronic Group en el Media Lab del MIT.

Motivación

A los 17 años perdió ambas piernas producto de un accidente de montaña. Desde entonces se ha dedicado a desarrollar prótesis robóticas.