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La Educación que todos y todas queremos

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La multiplicidad de diagnósticos respecto a la educación, nos señalan que hoy no responde a los desafíos, lo que ya no reviste ninguna novedad, sin embargo a pesar de tener tan claro el problema y en eso estamos todos muy de acuerdo, es evidente que no compartimos la solución. La educación es algo demasiado complejo que requiere de diversas miradas para atender a cada uno de los nudos problemáticos que a continuación podemos reseñar:

En primer lugar, nos preocupa cuando pensamos que los niños y jóvenes no están teniendo una formación que esté en sintonía con los resultados de los países de la tan admirada OCDE y que en los colegios y escuelas tenemos un número creciente de factores que van tensionando el ambiente educativo. La solución es mucho más compleja y nuestro deber como educadores es poner más elementos que nos ayuden al análisis y que nos permitan ser un aporte en la articulación de políticas que respondan a los desafíos que hoy tenemos.

En segundo lugar, creemos que no basta con cambiar el currículum y dictaminar por decreto que se realizarán más clases de formación cívica o de otras asignaturas, dependiendo de la necesidad real que se detecte, si las universidades no están formando a docentes competentes y capaces de planificar clases que tengan un amplio sentido pedagógico, hoy en la región existe un déficit de docentes en materias tan elementales como matemática, idiomas y ciencias.

Otro desafío nace del entender que los cambios se juegan en las aulas. Para eso hoy necesitamos que las universidades formen profesores que puedan estar a la altura del desafío. Para que esto suceda la política docente debe tener como principal misión atraer a los mejores a las carreras de pedagogía y también propender a que los mejores se mantengan en las aulas con la tranquilidad de que su aporte es recompensado no sólo con una remuneración acorde a su calidad profesional, sino que también pueda acceder a una capacitación y acompañamiento permanente y de calidad.

Ahora, también tenemos que respondernos la siguiente pregunta: ¿somos los profesores los llamados a formar a los niños y jóvenes en el sentido más amplio de la palabra? La verdad es que no, ya que no reemplazaremos nunca a la familia. Un ejemplo de ello es que hoy tenemos padres que se preocupan de entregar la "mejor educación a sus hijos", aunque muchas veces, en esta búsqueda de la "mejor", terminamos en una competencia exitista que quiere que su hijo sea el que tenga las mejores notas, sin entender que del error también se aprende y que el colegio es el lugar que debe permitir aprender, hoy damos más importancia al producto final, es decir la nota, que al proceso de aprendizaje, por lo que aquí estamos frente a otro elemento que tensiona el sistema y que contribuye a este ambiente enrarecido. Los padres debemos posibilitar que nuestros hijos tengan la autonomía necesaria, para aprender del error, y a asumir la responsabilidad por las decisiones que toman, eso no los perjudicará, sino todo lo contrario, lo que no quiere decir que los dejemos solos, debemos ocuparnos de darles las herramientas para que puedan crecer de manera segura, siendo escuchados y valorados más que por sus logros, por su empeño y tesón en la tarea. Nuestros hijos no pueden vivir en la dicotomía de a quién le hago caso, si al profesor o a sus padres, es necesario que el colegio que escojamos cuente con el PEI que mejor represente lo que busco para su educación y no mantener el conflicto permanente porque el colegio no actúa ni trabaja como yo quiero que lo haga, por lo que termino descalificando a profesores y directivos, sin entender que el mayor daño se lo hago a mi hijo.

Por último, hoy se habla de los males que amenazan a nuestros niños, uno de ellos es la obesidad y el sedentarismo, queremos que nuestros niños sean más sanos, ponemos la obligación de que los colegios cuenten con los kioscos saludables -medida que celebro-, y es aquí donde nuevamente se nos presenta el foco de tensión si cuando el alumno sale de clases, el comercio lo bombardea con comida chatarra. Una vez más es necesario ponernos de acuerdo y partir con una política que no sólo exija a los colegios, sino que también fiscalice al comercio, especialmente el ambulante, ya que todos somos testigos del señor o señora con el canasto de dulces vendiendo en la puerta a la salida y también como los padres compran sin siquiera reparar en este doble discurso entre el colegio que aplica la norma y el deseo de su hijo o hija por comerlos.

Podríamos señalar otros múltiples nudos que tensionan el sistema, sin embargo como FIDE, nos hemos propuesto para el 2016, aportar a la discusión y poner en la mesa estos temas que tanto nos preocupan, especialmente la formación docente, ya que si logramos avanzar como país en un proyecto que responda a las necesidad de contar con los mejores profesores, habremos dado un enorme paso en avanzar en la educación que todos y todas queremos.

Presidenta FIDE Antofagasta

Claudia Tobar Lazcano