El arte de la duplicación
Los relatos nos constituyen, por más que no los llevemos al papel. Independiente de la anécdota desarrollada, todo cuento encierra un tema universal y, tal como decía el maestro Ricardo Piglia en su tesis sobre el cuento, "todas las historias del mundo se tejen con la trama de nuestra propia vida". En este sentido, escribir esas historias que nos conforman funciona como ejercicio para dar luz a esas zonas oscuras, ocultas, que se encuentran bajo la superficie de la existencia. Y por este motivo, podemos decir que la literatura puede enseñarnos mucho sobre ella, pues opera como una suerte de laboratorio en donde nos multiplicamos y podemos experimentar con nuestras propias pasiones personales. Muchas veces los relatos nos permiten ver una verdad secreta de nosotros mismos pues, cuando están bien construidos, hay capas de significado que podemos descifrar para descubrir las elipsis, lo no dicho. Como en la vida. Hemingway planteaba que en un cuento lo más importante nunca debe escribirse, dándole relevancia a lo no dicho, al sobreentendido y la alusión. Por esto Piglia hablaba del carácter doble de la forma del cuento, que en realidad relata dos historias, una visible y otra que se deja aparte (secreto significa se-cernere, poner aparte). El efecto sorpresa ocurriría cuando esta historia oculta emerge a la superficie. Ejemplos de esto encontramos en la mayoría de los relatos de Borges, quién logra sorprendernos con vuelcos inesperados, a través de parodias a los géneros narrativos.
Julio Cortázar en sus lecciones sobre literatura afirmaba que el elemento significativo del cuento parecería residir principalmente en su tema, en la posibilidad de irradiar algo más allá de sí mismo, de permitirse hablar de una cierta condición humana, o "del símbolo quemante de un orden social o histórico". Para este escritor argentino no existirían personajes ni temas buenos o malos, sino buenos o malos tratamientos de una historia, que puede contarse de diversas maneras, pero siempre aludiendo a un doble movimiento, a algo incomprensible que sucede y está oculto. Alan Poe y Franz Kafka desarrollaron estas historias secretas de manera visible, el primero solía enunciarla y el segundo nos entregaba todos los detalles hasta convertirla en algo misterioso y lúgubre, en algo "kafkiano". Tal como decía Piglia, "el arte de narrar es un arte de la duplicación; es el arte de presentir lo inesperado; de saber esperar lo que viene, nítido, invisible".
María Constanza Castro M.
Académica Escuela
de Periodismo UCN
Máster en Literatura.