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"Problema práctico" podría inhibir uso del control preventivo

PROYECTO. Policías deberán "estimar" la edad del sujeto antes de actuar.
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El senador Pedro Araya valoró la aprobación del proyecto que establece el control preventivo para los mayores de 18 años, sin embargo reconoció que existen algunas "incógnitas" en relación a su implementación.

Araya participó activamente en la discusión de la nueva facultad policial, primero como presidente de la Comisión de Constitución de la Cámara Alta, y luego como presidente de la comisión mixta que acordó la propuesta definitiva.

Según el legislador, el control preventivo permitirá una mejor labor de carabineros, actuando además como un desincentivo para la perpetración de delitos en el país.

Apreciación

La duda, sin embargo, está en el hecho que éste sólo se podrá practicar a mayores de 18 años, asunto en que Araya reconoce una limitante, puesto que el policía tendrá que estimar la edad de la persona a la cual desea controlar.

"Efectivamente con esta norma el control queda sujeto a la apreciación que pueda hacer el carabinero de la edad de un sujeto, lo que resulta difícil en algunos casos", sostuvo.

Araya precisó que un policía que controle equivocadamente a un menor de 18 años, podría -eventualmente- ser objeto de un reclamo administrativo que en definitiva conduzca a una sanción.

"Estamos bastante concientes puede existir un problema de aplicación práctica, sobre todo cuando la apariencia de la persona induzca a error. Pero esto es algo que deberemos evaluar en el tiempo", dijo.

Aún así, el parlamentario cree que la norma será un aporte a la seguridad pública.

Además recalcó que sigue existiendo el control de identidad establecido en el Artículo 85 del Código Penal, que permite fiscalizar a cualquier persona (incluidos menores de edad), cuando existen "indicios" de que se quiere cometer un delito o se tiene información de uno.

Tribunal

Pedro Araya enfatizó que la fórmula acordada recogió finalmente la mirada de distintos sectores sobre un tema que resultaba "complejo".

En este contexto, criticó la actitud de parlamentarios socialistas y comunistas que preparan una presentación al Tribunal Constitucional.

"Es bien curioso que quieran recurrir a una entidad que ellos mismos han desacreditado", enfatizó el senador.

Tal como se aprobó, el control preventivo se podrá realizar a mayores de 18 años, en el mismo lugar y en total no puede tardar más de una hora.

La residencia definitiva, la nueva y crucial etapa de la inmigración

CIUDAD. Cifras indican que la llegada de extranjeros se frenó, pero aumentaron las familias que decidieron radicarse. Sociólogo advierte que ahora el desafío es la integración.
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Manuel Parkes Núñez

Desde comienzos de la década del 90, Chile es un importante destino para la migración internacional, principalmente debido a la fortaleza de su economía, crecimiento y estabilidad política.

Todas, características relevantes a la hora de emprender un proyecto migratorio fuera del territorio nacional, sobre todo cuando se proviene de países que no están a la cabeza en estos indicadores.

Y las cifras dan cuenta de esta realidad. En los últimos 30 años Chile pasó de tener 83 mil migrantes a más 700 mil, y las proyecciones indican que, aunque un poco más lento, esta población sigue creciendo.

Los datos son elocuentes y lo sucedido en Antofagasta lo es aún más. La ciudad experimentó uno de los mayores crecimientos en el periodo, pasando de 884 visas de permanencia entregadas en 2004, a más de 10 mil el año pasado.

Para hacer aún más singular este fenómeno, en los últimos años además se produjo un cambio en el origen de la mayor masa de inmigrantes.

Hasta 2010 predominaba la inmigración desde países limítrofes, sin embargo, a partir de esa fecha toman el liderazgo los colombianos, nacionalidad que ya a aportado unos 20 mil individuos a la población regional, o incluso más.

Nueva fase

Pero el tema de la inmigración parece haber entrado en una nueva etapa.

Cifras oficiales muestran un notorio aumento de los extranjeros que están tramitando sus permisos de residencia definitiva en el país, y claro, también en la región.

Según el catastro "Migración en Chile 2005-2014", publicado por el Departamento de Extranjería del Ministerio del Interior, entre 2005 y 2014 a nivel nacional se otorgaron 222.475 permisos de residencia definitiva, de los cuales 25.512 (10,1%) correspondieron a la Región de Antofagasta.

Más del 70% de estos permisos fueron otorgados de 2010 en adelante, con una cifra récord de 6.219 en 2014, lo que equivale al 17,3% de todas las residencias entregadas esa temporada en el país.

Frente a este explosivo crecimiento de las residencias definitivas (a las cuales se accede tras 5 años de residencia legal en el país), ya se habla de una "segunda etapa" en el fenómeno migratorio, que sería el asentamiento definitivo.

El sociólogo César Trabucco defiende esta idea, asegurando que todos los procesos migratorios, tarde o temprano llegan a esta etapa, que el especialista define como la fase de la "integración".

"Los inmigrantes, cuando ven cumplidas algunas de sus expectativas, tienden a quedarse en el país al que han emigrado. Y es por eso que los países como Chile tienen que reflexionar más profundamente sobre los derechos y deberes de estas personas", explicó.

Para Trabucco en esta nueva fase surgen los proyectos de vida en el país anfitrión, lo que supone una convivencia mucho más profunda y desafiante, donde la "política pública" no puede estar ausente.

"Llegó el momento de asumir que no es un fenómeno cultural pasajero, sino uno que requiere miradas de largo plazo", recalcó.

Testimonios

Ser migrante no es una experiencia fácil, porque dejar el país de origen conlleva una serie de interrogantes que sólo se resuelven cuando se llega al destino elegido.

"Lo primero que hice fue trabajar como cuidadora de ancianos en un asilo, duré dos o tres meses, luego comencé a vender en un negocio de calle Maipú, pero lo dejé, incluso me quedaron debiendo plata. Estuve después nueve meses trabajando de nana. Fue muy difícil", relata la peruana Yolima Canahua.

Para ella, la mejor oportunidad llegó cuando postuló a un trabajo como aseadora al Arzobispado de Antofagasta.

Al revisar sus papeles, los encargados de la selección vieron que cumplía el perfil para una labor administrativa, y así quedó ligada a la institución eclesial, donde estuvo durante seis años.

Gustavo López también vivió un comienzo duro. Ganaba $120 mil y gastaba $90 mil en la habitación que arrendaba.

"Conocí casi de forma fortuita a una señora que me dio un trabajo más regular de aseo y planchado en su casa. Después por intermedio de un familiar de ella, conseguí trabajo estable por tres años, con contrato y con la seguridad que entrega de una remuneración fija", explica este ciudadano colombiano.

Discriminación

La discriminación es un factor que siempre está presente cuando se trata de fenómenos migratorios, y Antofagasta no ha sido la excepción.

Gustavo López y Yolima Canahua la han experimentado.

Al trabajador colombiano una vez le arrojaron un escupitajo al rostro, mientras que la ciudadana peruana aún recuerda con tristeza lo que considera tratos indignos cuando buscaba sus primeros trabajos en Antofagasta.

La boliviana Sofía Claros experimentó situaciones parecidas cuando intentaba regularizar su situación en la ciudad.

Asegura que en varias ocasiones le contestaron mal o de forma prepotente en el Departamento de Extranjería, ante lo cual se limitaba a "agachar el moño", ya que no quedaba otra que aguantar.

Yolima Canahua incluso dice haber sufrido acoso e insinuaciones impropias de parte de uno de sus patrones. Hoy rememora ese suceso con molestia y desagrado.

Amistades

Pese a estas historias, en ocasiones desagradables, todos los entrevistados coinciden en que la experiencia en Antofagasta ha sido valiosa.

De hecho, ellos hoy proyectan una permanencia larga en Antofagasta, acompañados por amistades que han sabido ganarse en la ciudad.

César Trabucco destacó que los inmigrantes al manifestar un deseo de quedarse, reconocen algo que no siempre es percibido por los propios antofagastinos.

"Probablemente nosotros seamos mucho más críticos de nuestra ciudad, que la gente que viene y que ve que esta es una ciudad de oportunidades, donde son posibles los proyectos de vida", subrayó.

"Vine a buscar mejores oportunidades laborales" "En un principio fue sacrificado" "Estoy decidida a quedarme"

Gustavo López proviene de Sevilla Valle, en la zona centro de Colombia. Llegó a Antofagasta hace cuatro años. "Me vine porque quería mejorar mi situación económica". En su país dejó a su mujer y su hija de 14 años. Gustavo no se queja, hoy maneja un colectivo y gana más de lo esperado, hace nueve meses que su mujer, Rosalba Ramírez, está con él. Ella trabaja en un cargo administrativo. Para López la idea ha cambiado, porque espera en dos años más regresar a su país. "Hay cierto receso económico, hay gente que llega y pasan tres meses y no encuentran empleo, quienes se quedan son aquellos que llegaron porque sufren o alguien de su familia sufrió violencia por la guerrilla".

Yolima Canahua llegó hace ocho años a Antofagasta desde Tacna, Perú. Su viaje se gestó a través de unos conocidos que le ofrecieron quedarse un tiempo con ellos, hasta que pudiera tener la seguridad económica necesaria. "Me vine a buscar una mejor oportunidad para mí y mi familia", afirmó. Si bien aclara que "nada se va a comparar con tu propia casa", asume que debe quedarse porque el tema económico es fundamental. Hoy estudia contabilidad y además trabaja. Asegura que la ciudad se ha encarecido con los años, pero como ya tiene cédula definitiva es fácil la búsqueda de trabajo. Asimismo, está muy agradecida de personas que le brindaron su apoyo y amistad, por lo que su estadía ha sido buena en la ciudad, pese a algunos disgustos.

Sofía Claros Giterzón es de La Paz, Bolivia. Sin embargo, su acento no la delata. Vivió un tiempo en Brasil cuando niña, por lo que domina un poco el portugués. Hace ocho años que vive en Antofagasta y cuenta que su experiencia ha sido buena. "Me vine a quedar y fue por una decisión personal, quería cambiar de ambiente, por los problemas que había en mi país. Llegué a vivir con una abuela que no veía hacía años, lo único que tenía era su dirección en un papel". En Bolivia estudió administración hotelera y trabajó en el rubro durante un tiempo. Hoy se desempeña en un centro preuniversitario. Comenta que ya se acostumbró a la ciudad y espera permanecer en ella por mucho tiempo más en Antofagasta.

"Me siento como en casa"

María Falqui, argentina de 41 años, cuenta que se quedó porque la ciudad le terminó gustando, y por amor. Ella nació en Almirante Brown, comuna del Gran Buenos Aires . Ahí no hay mar, por eso Antofagasta la cautivó. En 2001 se radicó cuando le ofrecieron trabajar en una empresa de computadores. Ahí conoció a su marido, Ricardo, con quien tiene dos hijos: Mauro de 13 años y Catalina de 10. Otra de las cosas que la motiva a permanecer en la ciudad es que "la educación aquí es mejor, sobre todo porque los niños pueden desarrollar otras actividades en las academias, cosa que en la Argentina no existen". Su sentimiento de pertenencia la lleva a expresarse en las urnas. Ya votó en la elección presidencial de 2013, y afirma que votará para las municipales de octubre, porque ya siente esta ciudad como propia.

Principales oficios de los visitantes

En su catastro de la migración 2005-2014, el Departamento de Extranjería indica que de las 25.512 personas que obtuvieron residencia definitiva en el periodo, 11.775 se identificaron como "empleados". Le siguieron estudiantes (3.098), dueñas de casa (2.219), trabajadores de servicios domésticos (2.173), "inactivos" (1.273), obreros o jornaleros (908) y trabajadores por cuenta propia (408). El estudio además se indica que el 56,2% de los extranjeros residentes son mujeres (12.663) y el 43,8% varones (9,879). Aún así, la cantidad de inmigrantes que habita hoy en la región es una incógnita. La PDI estima que entre 2011 y 2015 se tramitaron 102 mil visas en la región, pero eso no significa que tales personas efectivamente estén en la zona. Un cálculo aceptado es que los extranjeros son cerca de 60 mil.