Educación
"El Gobierno entendió que el problema radicaba en la propiedad y no en lo que pasaba en las aulas".
El problema con la reforma educacional, lo dijimos en su momento, se vería con posterioridad a su aprobación, cuando los colegios comenzaran a cerrar su puertas o bien, a transformarse en colegios particulares pagados. ¿Y por qué? Porque la educación subvencionada, que se eliminó con la reforma, era un espacio de movilidad social y diversidad en el que surgían establecimientos que respondían a las necesidades de las familias y, a la vez, por medio del financiamiento compartido, permitía que las familias de escasos recursos, así como los grupos medios, pudieran acceder a mejor calidad producto de la subvención.
Existe un consenso en torno a que el problema en la educación es, principalmente, de calidad. Entiendo por calidad lo mismo que Claudio Matte, creador del Silabario Matte, al decir que la buena educación se lograba con buenos maestros, buenos edificios educacionales y buenos métodos y programas. Esto se lograba con la educación subvencionada: había buenos edificios, ya se estaban tomando medidas para mejorar a los docentes y quedaba pendiente mejorar los programas. Pero, inexplicablemente, el Gobierno entendió que el problema radicaba en la propiedad de los medios educativos y no en lo que pasaba en las aulas.
Así, se perdió un valioso tiempo haciendo una reforma sobre postulados propios de una izquierda trasnochada en vez de hacer una verdadera reforma a la educación, una que permitiera educar mejor. Esto se refleja en el caso del Colegio Netland, que ha debido transitar desde el sistema subvencionado al particular pagado, incrementando sustantivamente su arancel y forzando, por obra de la reforma, a muchas familias a dejar su comunidad, a empeorar la calidad de la educación de sus hijos o, derechamente, a dejarlos en la incertidumbre de dónde poder educarlos.
¿Qué queda por delante? En lo inmediato, adecuarse a la ley; pero, en el mediano plazo, tenemos que apelar a la memoria, porque reformas que son fruto del capricho ideológico antes que de un razonamiento por el bien común no deben ser olvidadas y los responsables deben ser juzgados en las urnas. Y ya llegará el momento en que enmendaremos el rumbo, retomando la senda de mayores libertades y mayor diversidad, especialmente en el ámbito educativo para cimentar sobre tales principios el futuro de nuestro país.
Paulina Núñez Urrutia
Diputada de la República