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Donald Trump: el hombre de piedra

EE.UU. El magnate será proclamado candidato a la presidencia por el partido Republicano y se enfrentará con certeza ante Hillary Clinton.
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Javier Sepúlveda Sánchez

Las elecciones generales de los EE.UU. fueron históricamente un terreno fértil para el surgimiento de hombres y mujeres que llenaron el espacio político y mediático local e internacional con la consigna de liderar la potencia militar y económica más importante del planeta en la historia contemporánea. Ejemplos de este fenómeno hay muchos, tales como las familias Bush, Roosevelt y últimamente la familia Clinton. El caso que hoy llena espacios de conversación es el empresario de profesión y vocación: Donald Trump.

Qué hace que este empresario neoyorquino de 70 años y ascendencia alemana sea el objeto de discusión no solo en las oficinas de los partidos políticos y los hogares estadounidenses, sino también en las más altas esferas políticas del mundo. Qué tiene de singular este fenómeno político, que no es nuevo dentro de la historia del país del norte. Por qué este magnate inmobiliario levanta encendidas pasiones de sus simpatizantes y el más viceral rechazo de adversarios. Son estas las interrogantes que analistas y público en general intentan dilucidar a solo meses de esta crucial elección.

El contexto

Tras ocho años de gobierno del demócrata Barack Obama, las fuerzas políticas tradicionales se aprestaron para comenzar otro proceso de elecciones primarias el año pasado. El Partido Demócrata la tuvo fácil con la presentación de solo dos candidatos fuertes a la nominación: Hillary Clinton como candidata de la élite del partido y segura nominada al llevar la delantera en las primarias demócratas, solo tiene la oposición de un veterano senador, Bernie Sanders, quien con un discurso progresista logró contagiar una parte del electorado, pero no lo suficiente para ganar las primarias.

En el Partido Republicano la situación fue muy distinta, fueron 17 candidatos los que arrancaron en este proceso de primarias. Ante tal fragmentación en las propuestas de las candidaturas, que incluía a antiguos y nuevos personeros republicanos con experiencia política, Trump irrumpió como una carta novedosa para los votantes, quienes vieron en este empresario exitoso y ajeno a los avatares del juego político partidista, un sólido representante de las aspiraciones de una parte de los electores, la mayoría de clase media trabajadora y de raza blanca, los llamados "redneck" en la jerga sociopolítica estadounidense. Cabe destacar en este punto el desencanto galopante de una facción de los militantes con sus líderes y representantes, quienes perdieron el hilo conductor del partido y la comunicación con el electorado menos conservador, lo que llevó a la derrota electoral de John McCain y Mitt Romney ante Barack Obama.

Dentro del contexto mundial, el protagonismo de los recientes movimientos de protesta en Europa y Estados Unidos ha desencadenado una ola de frustración generalizada ante la forma de hacer política de las elites partidarias y las agrupaciones tradicionales. También existe un rechazo ante la forma de enfrentar las crisis económicas globales, que ha llevado a miles de familias estadounidenses al desempleo y la pérdida del poder de consumo. Trump aprovechó esta coyuntura social para vender un discurso exitoso, populista e irreverente, presentándose como el candidato que representa a todos aquellos desencantados con la política tradicional y quieren un cambio de rumbo tanto en el Partido Republicano como en el país. Tiene a su favor una historia de éxito en los negocios.

El personaje

Para analizar el fenómeno Donald Trump hay que recurrir a su biografía, que si bien no tiene un correlato con la retórica utilizada en campaña, permite establecer un perfil público. Nacido en una familia acomodada de Nueva York, Trump recibió un proyecto empresarial ya consolidado por su padre y lo expandió hacia nuevos emprendimientos, dentro de los negocios de la familia Trump están las empresas inmobiliarias, resorts, hoteles, campos de golf y la realización de un programa de telerealidad llamado "El Aprendiz".

Problemas

Capítulo aparte merece la polémica por la partida de nacimiento del presidente Obama. Trump fue la cara visible de ese intento por sacar al presidente de la Casa Blanca y que resultó en un rotundo fracaso. Ahí quedó claro que no tiene problemas para enfrentarse aún con el hombre más poderoso del mundo.

El asunto de su retórica incendiaria y nacionalista ante los medios masivos y las multitudes, le ha traído problemas a la hora de defender su ideario político y su programa, del cual no se tiene antecedentes serios hasta el día de hoy.

Se ha referido con declaraciones tajantes y muy críticas respecto a los inmigrantes mexicanos y los musulmanes, y las alianzas y tratados de libre comercio con otros países, especialmente China, además de lanzar adjetivos y frases incendiarias contra mujeres, veteranos de guerra, personas con discapacidades físicas, cada uno de los candidatos tanto republicanos como demócratas; e incluso no se salva de su lengua afilada ni la élite del Partido Republicano.

La campaña

Las campañas políticas estadounidenses son únicas, no solo por el complejo sistema de primarias y delegados, sino en especial en el aspecto del traspaso de la información de los candidatos a la masa de electores. La campaña no es visible en la rutina ni la cotidianidad de los ciudadanos. No existe propaganda electoral en las calles, salvo pequeños carteles ubicados en los jardines, no hay volantes ni recorridos puerta a puerta, no existe un ambiente electoral como los ciudadanos en América Latina estamos acostumbrados.

En Estados Unidos los portadores relevantes y casi exclusivos de los mensajes de campaña son los medios masivos, que ganan millones de dólares por el concepto de propaganda política y avisaje. Es por esta razón que los candidatos necesitan fuertes inversiones en dinero de los partidos y en especial de los donantes.

En épocas donde la relación entre política y el dinero es cuestionada por los electores y un desencanto generalizado se ha tomado el espectro político. Donald Trump no tiene el la necesidad de establecer pactos y lealtades con grupos económicos o políticos, pues financia la campaña con su propio patrimonio, calculado por la revista Forbes, en más de 4.300 millones de dólares. Por lo tanto es libre de decir, hacer y ejecutar cuanto estime conveniente sin tener que rendir cuentas a ningún sector dirigencial partidista ni corporaciones financieras.

Con el 80% de los estados de la Unión Americana ya decantados por uno u otro candidato, Trump, que ya corre solo por la nominación ante el retiro del resto de los 17 candidatos, tiene a su haber más del 90% de los delegados que asistirán a la Convención Nacional del Partido Republicano en julio de este año en la ciudad de Cleveland.

Con seguridad el magnate será proclamado candidato a la presidencia por el partido para las elecciones generales de noviembre, y se enfrentará con certeza ante Hillary Clinton, que encabeza las elecciones primarias en el lado demócrata.

"Elaboró un plan en el cual se ha ahorrado el 30% del dinero que podría invertir en avisaje por concepto de cobertura de los grandes conglomerados de noticias a nivel nacional". "Trump ha hecho comentarios misóginos contra mujeres periodistas, candidatas republicanas e incluso la misma Hillary Clinton a la cual trata de deshonesta y ladrona". "El programa de televisión 'El Aprendiz' fue la plataforma que le dio la notoriedad mediática que necesitaba para dar el salto a la arena política".

La atmósfera cambia radicalmente para Trump al plantear una campaña nacional. Si bien su recorrido ha sido exitoso dentro del perfil del elector que votó por él, ha triunfado con mayorías relativas en varios estados, debido al alto nivel de fragmentación electoral, por lo tanto deberá trabajar fuerte para ganar la confianza de los electores que votaron por los otros candidatos republicanos, quienes salieron de la contienda insultados y humillados por el empresario. Además tiene que restablecer las confianzas con la élite republicana. Y todavía más, debe plantear una estrategia para acercarse a las minorías musulmana, hispana y afroamericana, claves en la conformación del electorado estadounidense, para tener una oportunidad de ganar. Asimismo, necesita mejorar su imagen dentro del electorado femenino, que en un 64% rechaza la figura del empresario según las encuestas. Ni qué decir del electorado demócrata, que hasta ahora es ajeno al proceso eleccionario republicano, si Donald Trump quiere ser presidente necesita arrebatar un porcentaje de los votantes a sus rivales demócratas en esta disputa electoral a nivel nacional, que a partir de agosto tendrá una cara muy distinta a la de hoy. Serán dos casi seguros candidatos que lucharán por ganar la Casa Blanca, en una contienda inédita e histórica, por un lado un candidato sin experiencia política, pero con la energía suficiente para decirles a los políticos todo lo que no quieren escuchar, y por el otro lado una mujer con mucha experiencia en la administración pública y referente de las élites políticas y económicas de los Estados Unidos.

Choque de fuerzas

En primera persona de un Canalla

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Me estoy muriendo. No, no es que sufra una enfermedad terminal ni que los médicos me hayan desahuciado. La última vez que me vieron fue para decirme que me encontraban bien, y más después de haber sufrido un infarto y una operación para cambiarme las válvulas del corazón. Tengo, sí, un poco alto el azúcar y el colesterol, y la tensión en el límite, pero, dicen, nada que no pueda corregirse tomando unas cuantas pastillas todos los días, haciendo dieta y prescindiendo del tabaco y el alcohol. - Camine, lo que le conviene es caminar. Es la mejor medicina. Ya les gustaría a muchos con su historial tener su aspecto -me dijo el doctor intentando animarme. No le dije nada. ¿Para qué? Yo sé que me estoy muriendo más allá del resultado de los análisis de sangre o del cardiograma. ¿Que cómo lo sé? Lo sé porque me miro al espejo cada mañana y observo las manchas parduscas que me han aflorado en el cuerpo. Parecen lunares, pero en realidad son la señal de que la piel se muere. No hay centímetro de mi piel que no haya perdido elasticidad. Miro mis manos y ¿qué veo? Unos hilos azules transparentándose a través de la piel. Los mismos hilos azules que cruzan mis piernas. Son las venas que adquieren la rigidez de la piedra. "Estás más interesante ahora que a los veinte», escucho decir a algunos hipócritas. Mienten. Sobre todo las mujeres. Lo único que tengo de interesante es la cuenta corriente y estar en la lista de Who' Who. Hace tiempo que descubrí que los otros no te ven por cómo eres, sino por lo que representas o tienes. Las mismas canas, la misma piel grisácea serían contempladas con indiferencia o incluso con asco si sólo fuera uno de esos seres anónimos que te encuentras en cualquier rincón de la ciudad. ¿Cuánto me queda de vida? Acaso un día, una semana, cinco, seis, diez años… o puede que mañana me despierte con un dolor agudo en el pecho, o que me descubra un bulto mientras me estoy duchando, o que pierda el conocimiento por un mareo, y entonces el mismo médico zalamero me dirá que tengo un cáncer en el pulmón, en el páncreas o en cualquier otro lugar. O quizá me diga que mi corazón cansado vuelve a fallar y necesita una nueva válvula. Lo que sea para justificar que de un día para otro la muerte acabó dando la cara. Pero yo no necesito que me salga un bulto, o marearme, o que me lata deprisa el corazón. Yo sé que me estoy muriendo porque he llegado a esa edad en la que no cabe engañarse e intuyes que empiezas a vivir en tiempo de descuento.


Historia

Julia Navarro

Editorial Plaza & Janés 864 págs.

$ 18 mil.

Adelanto del libro "Historia de un canalla"

Por Julia Navarro

"Hace tiempo que descubrí que los otros no te ven por cómo eres, sino por lo que representas o tienes".

Un diario sin escrúpulos, el nuevo hit de Julia Navarro

El último libro de la escritora española Julia Navarro, "Historia de un canalla", destapa los grandes vicios de la sociedad actual en la voz de Thomas Spencer, un publicista ambicioso que, mientras agoniza, mira lo que ha hecho con su vida.
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El personaje principal de "Historia de un canalla" (Plaza & Janés), la última novela de la escritora española Julia Navarro (Madrid, 1953), se muere, pero tiene muchas cosas que decir todavía. "Me estoy muriendo", advierte Thomas Spencer. Antes estaba en paz consigo mismo. Insensible y en paz. Pero de improviso cambiaron las cosas: "Esta noche, mientras miro de frente a la muerte, hago recuento de lo vivido. Sé lo que hice y también sé lo que debería haber hecho".

Así, cadavérico y con problemas cardíacos, Spencer recuerda su infancia, juventud y ascenso como dueño de una agencia de comunicaciones en Londres y Nueva York ligada a importantes círculos de poder político y económico. De cierta forma, "Historia de un canalla" hace caer la cortina del poder y por sus más de ochocientas páginas se va filtrando la dependencia entre el periodismo y la política, los hilos que se mueven para conseguir objetivos políticos a cualquier precio, el machismo, el egoísmo y una ambición sin límites.

En la maldad de Spencer, que se mueve como pez en el agua en el mundo de la comunicación estratégica, se reflejan también los grandes vicios del poder político y económico en el siglo XXI. Esa actualidad, esa urgencia tras Historia de un canalla, ha sido interpretada como una evolución, como un cambio de giro de Navarro en comparación a historias como "La Hermandad de la Sábana Santa" (2004), "La sangre de los inocentes" (2007) o "Dispara, yo ya estoy muerto" (2013), más cercanas al thriller o a la novela histórica.

"Yo creo que no. Es verdad que es un libro que tiene algunas características que lo pueden hacer distinto pero, mis lectores, los que me siguen desde la primera novela, me dicen que soy absolutamente reconocible. Es decir, yo siempre aspiro a hacer un retrato del mundo en el que vivo. En "Historia de un canalla", lo que hago es un retrato de la sociedad del siglo XXI. Es verdad que tiene una estructura distinta a la de las novelas anteriores, es una novela que está contada en primera persona y utiliza otro tipo de lenguaje. Es decir, hay cambios, pero los cambios son más formales, más aparentes que un cambio de fondo", explica Navarro, también periodista, que trabajó más de cuatro décadas en medios como Europa Press, Cadena SER o TVE.

-La novela perfila a Thomas Spencer y al mundo en el que se mueve, que es inescrupuloso, lleno de maldad, asfixiante. ¿Qué te interesa del mal?

-El mal siempre ha sido una constante de investigación en el mundo de la literatura. Hay muchísimos autores que han buceado en el fondo del mal. Yo lo que he querido es hacer un viaje a la parte más oscura del ser humano a través de este personaje. Creo que hay muchos Thomas Spencer en nuestra sociedad, mucha gente que no empatiza con los demás: egoístas, sin escrúpulos, ambiciosos. Sobre todo con el juego del poder, disfrutan de ese riesgo.

-Con Spencer recordé la serie de televisión Sherlock (BBC), en que Sherlock Holmes se refiere a sí mismo como un "sociópata altamente funcional". ¿Cómo definirías tú a Thomas?

-Quizás puede tener algo de sociópata. Pero estamos rodeados de gente así. La gente se asusta tanto cuando leen a Thomas Spencer pero, bueno, si leen los periódicos encontrarán que hay muchos personajes como éste. Por ejemplo, los banqueros de Lehman Brothers, que especulaban con el dinero sabiendo que hacían operaciones absolutamente fraudulentas con plata que no existía, compraban, vendían. Todo era absolutamente virtual y si algo fallaba, eso podía provocar una crisis mundial, una crisis que dejó sin trabajo, sin sus casas, sin su proyectos de vida a millones de personas. Esos banqueros son los Thomas Spencer de este mundo.

-Escribes sobre una fricción entre la cultura latina y anglosajona, porque Spencer es heredero de ambas. ¿Qué es lo que más te interesa de ese choque cultural?

-La sociedad americana tiene muchas cosas positivas porque es verdad que es una sociedad de oportunidades, que si alguien trabaja y tiene talento puede salir adelante, eso es lo que se dice. Pero no es lo mismo salir adelante si partes de una situación socioeconómica "A" o si partes de una situación "B". Es decir, no es lo mismo nacer en el seno de una familia acomodada que en el seno de una familia inmigrante porque ni las escuelas, ni la educación, ni el medio ambiente en el que vives es el mismo.

-También hay una especie de lucha de tus personajes femeninos por validarse en un mundo preferentemente masculino. En el mundo y, específicamente, en Sudamérica, las mujeres viven un momento crítico en relación a la violencia que viven y la desigualdad en derechos. ¿Hay una decisión política en tratar ese tema en la novela?

-Claro. Antes, la violencia hacia las mujeres transcurría en el ámbito doméstico y se decía "este es un asunto de este matrimonio, de esta pareja". Afortunadamente, eso ha salido del ámbito doméstico y se ha convertido en lo que debe ser: un problema social. Hay que tener una respuesta de parte de toda la sociedad. Los maltratadores deben sentir el rechazo y el asco que la sociedad siente por los hombres que son capaces de ejercer violencia contra las mujeres. Yo soy feminista y estoy orgullosa de los pasos que se han dado en occidente en el terreno de la igualdad, pero aún hay muchísimas batallas por dar.

-Tomando en cuenta el momento que viven, sin ir más lejos, Chile o España, de la crisis de los partidos, del sistema político, los casos de corrupción y la crisis de legitimidad, ¿cómo crees que debe leerse "Historia de un canalla" en este contexto?

-Es una novela en la que yo intento hacer una reflexión, en voz alta con los lectores, sobre qué sociedad estamos construyendo. Gramsci decía que a veces lo nuevo no termina de nacer ni lo viejo de morir. Estamos en un momento en que es así. Es un momento de perplejidad, de necesidad de cambio. Estamos exigiendo en todo el mundo que tienen que cambiar los partidos, los comportamientos. Que tienen que ser absolutamente mucho más transparentes, que no es soportable la corrupción, que no es soportable que mientras la gente lo pasa mal haya algunos que se enriquezcan robando del erario nacional. Hay una situación de decir "basta ya".

-Después de haber vendido cinco millones de ejemplares en más de treinta países con tus novelas anteriores, ¿sigues sintiendo el mismo vértigo al presentar un nuevo libro?

-Siempre tengo la sensación de que cuando presento un libro parto de cero. Y me la juego. Cada libro es una nueva aventura, no importa lo que ha pasado con los libros anteriores. Me parece que es una muestra de respeto hacia el lector no dar nada por hecho.

-Muchas veces los libros que se convierten en best sellers pareciera que son recibidos como literatura menor por los críticos y el ambiente literario. Como si fuese una especie de pecado tener muchos lectores. ¿Qué te pasa a ti con esas críticas?

-Es que yo no escribo best sellers.

-Pero se han convertido en best sellers. El mismo "Historia de un canalla" lleva casi un mes al tope de los rankings de libros más vendidos en Chile.

-No creo que haya ningún escritor que no quiera que se venda el libro que está escribiendo. Yo aspiro a que mis libros lleguen al mayor número posible de personas. Me parece una actitud un poco soberbia los que dicen que si un libro se vende mucho no tiene calidad. Eso es insultar a la gente. Es de una soberbia absolutamente insoportable. Además, los hechos desmienten esa actitud: si aplicamos el criterio de "libro que se vende mucho" "Cien años de soledad" (1967) es un best seller, "Las Memorias de Adriano" (1951), de Marguerite Yourcenar, es un best seller, "El nombre de la rosa" (1980), de Umberto Eco, es un best seller. A mí me parece que es simplificar y poner etiquetas. Un recurso bastante pobre.

-¿Cómo afrontas el éxito de tus libros al momento de escribir? ¿Es una carga o te da más libertad al momento de crear?

-Escribo con absoluta libertad. Sin la presión de "¿qué va a pasar?". Hasta ahora he tenido mucha suerte y todos mis libros han contado con el apoyo de los lectores pero, como te decía antes, siempre tengo la sensación de que parto de cero y nunca sé qué va a pasar con el próximo. No escribo con presión. Entonces no podría escribir, creo que me quedaría absolutamente paralizada.

-¿Qué extrañas del periodismo?

-Hay momentos en los que están sucediendo determinados acontecimientos en los que me gustaría estar ahí, contándolos. Es una sensación tremenda la que tienes. Cuando eres periodista estás inmerso, estás contando lo que sucede a tu alrededor. Entonces, es esa tensión, ese estar en el meollo de lo que ocurre, la esencia del periodismo. Cuando das un paso atrás y ves lo que ocurre desde tu casa, de alguna manera sientes una cierta nostalgia porque no estás en el escenario, estás contemplando lo que sucede en él. Ahí pienso que sí, que claro que lo echo de menos.

-¿Cuánto le deben tus libros al periodismo?

-Todo. Absolutamente todo. Soy una periodista que escribe novelas. Historia de un canalla no la habría podido escribir sin la experiencia acumulada de más de cuatro décadas de periodismo. El periodismo y la literatura son caminos paralelos: el periodista cuenta una historia que es real y el novelista cuenta una historia que es imaginaria. Al final se trata de contar historias. En el ADN del ser humano está contar historias y escucharlas.

-En el periodismo siempre existen límites de caracteres. ¿La extensión de tus novelas es una manera inconsciente de escapar de eso?

-Me dicen muchas veces "¿te estás vengando, no?". Pues, a lo mejor, es una venganza contra los redactores jefes que te decían "cuéntame esto en veinte líneas". Nunca me planteo cuando escribo novelas el espacio. No pagino, entonces, no me entero hasta que termino de cuánto he escrito. Entonces, eso hace que escriba con una enorme tranquilidad y libertad. Sin angustiarme.

julia navarro trabajó durante cuatro décadas en medios de comunicación como Europa Press, Cadena SER y TVE.

"Historia de un canalla" está entre los libros más vendidos en chile y españa.

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Alma de periodista

"No es soportable que mientras la gente lo pasa mal haya algunos que se enriquezcan robando del erario nacional. (...) Basta ya".

juan fernandez

"Los maltratadores deben sentir (...) el asco que la sociedad siente por los hombres que ejercen violencia contra las mujeres".