Paro de taxis y las nuevas tecnologías
Las nuevas tecnologías tienen el foco puesto en el consumidor y no en quienes prestan el servicio, lo que es abusado por los actuales servicios. Es bien evidente que el silencio cómplice de las autoridades deja actuar a estos grupos que aprovechan y defienden sus actuales cuotas de poder. Es decir, sólo les interesa mantenerse.
Ayer, en gran parte de las ciudades del país fue concretado un paro protagonizado por choferes de taxis y, en el caso de Antofagasta, también por taxicolectivos y operarios de transporte escolar. El motivo: críticas a la aplicación tecnológica Uber y la exigencia de 'reglas similares' para todos quienes transporten pasajeros de forma remunerada.
Debe decirse que en ello, los reclamantes tienen razón. Pero es probable que esta sea la única razón fundada en su reclamo y que, por ninguna circunstancia, amerita un bloqueo, tratándose de una actividad crítica y de primera necesidad.
En el caso de Antofagasta, la aplicación Uber ni siquiera existe, situación que da cuenta de una situación a lo menos insólita, pero que da cuenta de malas prácticas en los gremios de la locomoción colectiva. En muchas ocasiones actúan como cartel, no quieren dar espacios a la competencia, prestan un servicio caro y deficiente, según lo relatan los propios usuarios.
Un viaje desde el aeropuerto Andrés Sabella al centro cuesta $15 mil; o hasta 10 mil desde el terminal de buses a la Coviefi, es decir, más caro que un trayecto a Calama.
Por eso vemos que en Santiago y otras ciudades del mundo, son los mismos pasajeros los que reclaman y defienden las nuevas tecnologías, porque precisamente tienen el foco puesto en el consumidor y no en quienes prestan el servicio, factor que es aprovechado y abusado por los actuales servicios, con el silencio de las autoridades que dejan actuar a estos grupos que defienden sus cuotas de poder.
Pero en último caso, lo que ocurre con Uber es sintomático respecto al cómo nos estamos definiendo respecto al futuro y cómo aprovechamos las oportunidades que se abren en cada oleada de cambio.
Nuestra primera reacción es negar los nuevos mundos, pretendiendo prohibir o regular para mantener cierto statu quo, que no rompa los equilibrios, como si a través de las leyes fuésemos a resolver o modelar una realidad que es más grande que todos nosotros. Estos cambios son mucho más grandes, son irreversibles y debemos entenderlos para aprovecharlos. Negarlos es necio.