"Bienvenida interculturalidad, adiós delincuencia"
Cuando hablamos de temas migratorios, aparecen inmediatamente en el imaginario social los conceptos de discriminación, exclusión, racismo, etc. Pero hay una verdad a la que tenemos, como sociedad, que enfrentarnos tarde o temprano. Somos un país atractivo para la inmigración.
Puede sonar un poco petulante para algunos, o incluso arribista para nuestros países vecinos. Pero no se trata de un sentimiento nacionalista exacerbado, sino de la cotidianeidad a la que nos estamos viendo enfrentados a diario.
Sólo para el año 2013 (porque el Departamento de Extranjería del Gobierno no tiene actualizadas las estadísticas del año 2014 y 2015) se entregaron un total de 132.139 permisos de residencia temporal, y 25.989 permanencias definitivas, lideradas por personas de nacionalidad peruana, boliviana y colombiana.
En la actualidad, basta solo con mirar a nuestro alrededor para saber que estas cifras han aumentado exponencialmente. Ahora bien, ¿nuestra preocupación está en aceptar a los inmigrantes?
Quién no ha disfrutado de unas ricas arepas o ha salido a comer en pareja un ceviche peruano, y qué decir de la comida china que se ha convertido en casi un premio para los buenos momentos.
Nuestro problema, no está en la interculturalidad. Todo lo contrario, a los chilenos nos encanta la cultura extranjera, compartirla y hacerla parte de nuestras vidas. La preocupación está en el poco control que existe en nuestras fronteras, que además de la rica cultura de nuestros vecinos, permiten entrar contrabando, delincuencia, drogas y muchas otras lacras que destruyen nuestra sociedad.
Las fronteras no están para dividirnos, están para protegernos. Bienvenidos sean los inmigrantes, que vienen a ofrecer un maravilloso proceso de interculturalidad. Pero cuidémonos nosotros y a quienes estamos acogiendo. Cuidémonos de aquellos que no vienen a buscar una mejor calidad de vida, sino que vienen a destruir lo que como sociedad hemos construidos.
Señores del gobierno, la ciudadanía no está pidiendo frenar el fenómeno migratorio. Estamos pidiendo que se legisle una Ley de Extranjería que nos proteja de aquellos que vienen a delinquir, a dañar y a destruir. Que sean expulsados de inmediato del país, especialmente aquellos que han introducido tanta violencia en nuestros lugares públicos.
O, ¿alguien permitiría que un invitado en su casa destruya su hogar y maltrate a sus hijos?
Fabián Ossandón
Estudiante de Ingeniería Civil