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"Tenemos una propuesta formativa que contempla desarrollar todas las 'potencias' de la vida humana".

CENTENARIO. Desde 1916 hemos cumplido con creces la misión para la que fue fundado: formar hombres y mujeres para los demás; y con la convicción que el Servicio de la Fe va unido a la promoción de la justicia.
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Esta escuela educativa jesuita es parte de un mundo que tiene más de 500 años y que surge como producto del discernimiento al interior de las primeras comunidades jesuitas, que reconocen que no era suficiente sólo formar sacerdotes con profundo espíritu de servicio, sino que también había que aprovechar los beneficios de esta formación para compartirla con ciudadanos que liderarán evangélicamente las transformaciones de la sociedad.

Hoy el Colegio San Luis, fortalecido con la llegada de otras empresas apostólicas de la Compañía de Jesús -Hogar de Cristo, CVX, Techo, Servicio Jesuita a Migrantes y la Fundación de la Universidad Católica del Norte- continúa su historia, no dando tregua en el fructífero servicio a nuestra región y, a partir de sus ex alumnos y colaboradores, a lo ancho del mundo.

Inspiración

La Educación Ignaciana reconoce como su fuente de origen e inspiración a un Dios que es amor. Esa confesión da lugar a una respuesta libre de las personas que se concretiza en un "modo de hacer las cosas" que trae como resultado que cientos de instituciones, colegios y universidades que son parte de la red jesuita y por lo tanto millones de personas, sean capaces de intentar que sus vidas se vuelquen a consagrar la rutina diaria como un servicio al mundo. La pedagogía y la experiencia espiritual no son neutras, pues al implicar a toda la persona, hacen actuar en las fronteras de las ciencias, de los derechos humanos y de los límites de las injusticias sociales… muchas veces incluso pagadas con la vida como lo muestra la historia jesuita.

No da lo mismo cualquier educación

La vida en el mundo como en todas las épocas tiene sus particulares complejidades que la hacen muy difícil para algunos. Hoy, contamos con retos globales ampliamente denunciados por los Estados y particulares, y con mucha fuerza por el Papa Francisco en su exhortación "Laudato si". Precisamente, por esto se requieren hombres y mujeres que entiendan que la vida es para darla. Ese es secreto de las historias personales de las vidas entregadas de forma diaria en el trabajo con sentido, en la familia co-creadora y en la experiencia activa del compromiso con las causas del bien común.

Este desafío de formar al hombre de manera integral supone también articular un currículum con diversidad de experiencias y vivencias que con mucho superan a los contenidos de una malla académica tradicional. Se necesita tocar y tomar los afectos de las personas para que los aprendizajes ocurran. Aprendizajes que van desde el aprender a leer hasta el profundo sentido de la justicia, que signifique que nunca una persona debe tomar una determinación que afecte a un pobre.

Por eso, no es lo mismo cualquier educación, sino que se necesita formar al Hombre y a la Mujer del Siglo XXI con un profundo sentido de compromiso con la Vida y la Historia.

En eso estamos en el San Luis: recibiendo la herencia y el testimonio de San Ignacio para formar Hombre y Mujeres, que con un rico currículum cargado de vivencias y experiencias, marquen para toda la vida la manera de hacer las cosas y de la vida con sentido.