Cervantes en la literatura de hoy
El libro tenía un título muy tentador: "Ladrones de tinta" y casi seiscientas páginas. Leí las cinco páginas de rigor, las que avisan si vale la pena leer o no el libro. Encontrarme con personajes reales (e interesantes a no dudarlo) agregó una buena dosis de entusiasmo, haciéndome olvidar el precio y el hecho de que el autor, Alfonso Mateo-Sagasta, fuese español. (Siento que a los escritores españoles de hoy o les falta o les sobra algo).
Pero en el libro encontré retratos muy bien dibujados de aquellos españoles que realmente aportaron a nuestra formación literaria y al disfrute profundo del vicio de leer: Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, quienes se nos presentan con sus debilidades y problemas de cada día, el envejecimiento, las dificultades económicas, la necesidad de complacer a quienes los sustentan, la necesidad de tragarse el orgullo.
La novela regala, además, referencias y vívidos retratos de la vida de todos los días en el Madrid del siglo XVII: las casas de juego, los prostíbulos, el desempeño de diversos oficios: taberneros, barberos que también son dentistas, vecinos cooperadores, las comidas habituales, las inconveniencias de ser noble sin dinero, en fin, con una habilidad especial que tiene el autor para hacernos sentir hasta los ruidos y los olores de la ciudad.
El protagonista lee, y bastante: "Cogí el libro. Me acordaba del Ginés de Pasamonte del Quijote, el personaje condenado a galeras que el caballero libera de una cuerda de presos y que luego reaparece para robar el burro a Sancho y la espada a su benefactor". Denota admiración por los "grandes", los conoce, los visita, los interroga; y el lector imagina que está escuchando la conversación.
Vemos un Cervantes viejo, enfermo, pero digno y lúcido. El autor lo homenajea al presentar al Quijote como objeto de opiniones, comentarios, análisis hechos por humanos comunes que van recreando lo que leyeron. Miguel de Cervantes aparece también como humano común y al mismo tiempo, creador excepcional.
Cecilia Castillo