Desarrollar nuestra economía más allá de los sectores intensivos en materias primas es -a estas alturas- lugar común de tan dicho y recomendado.

A diferencia de economías agrícolas que han pasado en menos de tres décadas a ser una superpotencia en nanotecnología, nuestra diversificación es tan incipiente que sorprende. En nuestro país, no son más de cinco las actividades globalmente competitivas, las mismas cinco que hace 30 años.

Oportunidades para diversificar desde nuestro desierto de Atacama existen, e iniciativas concretas de algunos visionarios también: tecnología minera, astrotecnología, energía solar, biotecnología, cultivos en zonas áridas. Todas muy alineadas con el objetivo de pasar de actividades de baja complejidad a industrias más sofisticadas.

Sin embargo, salir del espejismo de la perpetuidad de los recursos naturales para potenciar industrias disrruptivas no es simple. Requiere, tal como apunta la Cepal consensuar políticas públicas de diversificación económica de largo plazo con foco en el desarrollo tecnológico.

Pero este cambio de paradigma demanda un elemento adicional: permitirnos el atrevimiento de explorar ámbitos donde hoy no tenemos competencias.

Cuánto sentido cobra entonces en el análisis que una iniciativa como "Antofagasta Bodyboard Festival" permanezca en el tiempo, madure y escale. Sin duda, mucho.

Festivales como éstos -además de abrir oportunidades en ámbitos antes impensados -turismo de nicho o competencias deportivas de alto rendimiento- son además motores de un sentido de comunidad y de orgullo. Tienen la capacidad para conjugar armoniosamente el binomio globalización - diversidad local. Impactando directamente en el determinismo social con el que la comunidad se atreve a soñarse, cambiando, en consecuencia, la perspectiva hacia donde la misma comunidad visualiza su crecimiento futuro.

En palabras de Durkheim las utopías sólo pueden hacerse reales si alguien las ha imaginado primero. Y ya muchos nos hemos imaginado una Antofagasta más diversificada. Es el momento de hacerlo real.

Esther Croudo Bitrán

Gestión de Innovación

100 años | 21 de abril de 1916

Baja el precio de la parafina

La población de Antofagasta, que en su gran mayoría consumía parafina para el alumbrado de sus casas, tenía la posibilidad de comprar este artículo a bajo precio, debido al gran cargamento que transportaban hasta el puerto los barcos ingleses 'Abonkis' y 'Chipana', apuntaban las autoridades.

50 años | 21 de abril de 1966

Rechazan nombre de Bellavista Portuario

La Asociación Central de Fútbol rechazó la denominación de Bellavista Portuario para la institución que representará a Antofagasta en la competencia de la división de ascenso del fútbol profesional. "Revisado acuerdo consejo es adoptar nombre representativo de la ciudad o provincia", se remitió por medio de un cable.

10 años | 21 de abril de 2006

Diputados se enfrentan por secesión regional

De "poco seria" calificó el diputado Pedro Araya, la propuesta de crear la región de El Loa, que sumaría las provincias de el mismo nombre y Tocopilla. A su vez, el diputado Felipe Ward, respondió que Araya "no está informado" del asunto, por lo que restó validez a sus dichos. El asunto toma fuerza en Calama.

Es probable que en Antofagasta el asunto del acelerado envejecimiento de la población no sea motivo de una conversación recurrente, ya que somos, proporcionalmente hablando, la zona más joven del país.

No obstante estamos en presencia de un fenómeno preocupante, asunto que vuelve a cobrar relevancia tras la publicación del informe An Aging World: 2015 (Un mundo que envejece: 2015), de la oficina de Censo de EE.UU. El estudio establece que Chile es uno de los países que más rápido envejece en el mundo.

De acuerdo al informe, nuestro país en sólo 42 años, entre 1999 y 2041, triplicará su población de tercera edad, pasando del 7% al 21% del total de habitantes. Al abordar el envejecimiento de los chilenos, se tiende a poner el énfasis en el serio detrimento de los ingresos que experimenta este segmento etario y en la necesidad imperiosa de reformar el sistema previsional y el mercado del trabajo. Hoy urge incorporar cambios para aumentar los ahorros de los trabajadores, además de una readecuación del campo laboral que otorgue reales oportunidades a aquellos que ya han sobrepasado las siete décadas.

No obstante la trascendencia de esos asuntos, se tiende a olvidar la salud de los futuros adultos mayores.

Para envejecer en buenas condiciones, resulta fundamental, al igual que en la cotización previsional, hacer la inversión mayor en los primeros años. De este modo, combatir los altos niveles de obesidad infantil, el sedentarismo y la mala nutrición, debería ser una prioridad. Asimismo, hay que preocuparse de la salud mental de la población infanto-juvenil.

A pesar de los esfuerzos, las políticas públicas hasta hoy han fracasado en la prevención de la malnutrición por exceso en los niños y adolescentes. Tampoco se ha logrado fomentar la actividad física y observamos con preocupación un excesivo uso de aparatos tecnológicos desde edades cada vez más tempranas. Involucrar a distintos servicios públicos, a los establecimientos y sobre todo a las familias resulta fundamental para evitar que en el futuro tengamos una población envejecida y enferma, lo que conllevaría un alto costo para el país.