Invitación a Doña Primavera
Comprendo la desazón de Cecilia Castillo en la Linterna del martes 12, ayudando a su nieto a "aprenderse" "Doña Primavera" de Gabriela Mistral. ¿Y por qué tenía que aprenderlo? Los poemas se escriben para ser leídos, y enseñarlos los convierte en lecciones.
Si hoy -medio siglo después- tuviera que "pasarlo" en mi curso, desafiaría a las niñas a leerlo a la manera de entusiastas "cuenta cuentos"… Luego, que los niños les correspondieran con "Obrerito", en su mejor estilo rapero de cantantes de micro. Así transmitieron la poesía los juglares del siglo XII ¿por qué no probar con los del siglo XXI? No sé qué diría la UTP, pero sé que el nieto de Cecilia no sería candidato seguro a otro adulto que no leerá a Mistral.
Los libros de Lenguaje han depurado su gusto, y en el primer nivel, el o la profe puede eludir "sermones" fomes, como este: "Yo adoro a mi madre querida / yo adoro a mi padre también; / ninguno me quiere en la vida / como ellos me saben querer". En cambio, pueden hallar joyitas como esta, de Robinson Saavedra Gómez: "La niña no tiene miedo / a la espina de la rosa / porque sonríe y la espina / se convierte en mariposa". También despierta la sensibilidad descubrir bellas definiciones, como esta de Andrés Sabella, "Ojota: límite entre el hombre y la tierra".
La verdadera "poesía infantil" -¡la que escriben los niños!- suele hallarse por casualidad, como este "haikú mapuche" : Kütsi (El cerdo) Él está ahí / comiendo comida / para que se lo coman. (Fernanda Carreño, Escuela Licarayén, Puerto Montt) O este otro, de Matías, de dos años y medio, hijo de una alumna de mis universitarias: "¿…-Y para qué te sirve este brazo? / ¡Para que no se me caiga la mano!
¿Y Piececitos…? Diré que da para un artículo, una conferencia, un seminario. A diferencia de tanto poema confesional, moralizador, revolucionario o canción protesta, no hizo mutis porque fracasó, sino porque triunfó. Quien no crea, salga a buscar niños descalzos por las calles de Chile.
Floridor Pérez