Poesía irredenta
He aquí poesía femenina originaria que sigue la línea de Lilith, aquella que abandonó el Edén para irse a vivir junto a sus bestias, rabiosa e insumisa, tal como los versos de la poeta antofagastina Ima Sumac Calcina. Asediada por sus propias creaciones, Ima lleva años conjurando sus demonios y venenos a través de la palabra poética. Sumida en neblinas, ha construido un lenguaje neo-gótico que nos recuerda a la más oscura tradición romántica representada por el Conde de Lautréamont en el siglo XIX o Marosa di Giorgio en el XX. Su poesía está habitada por flores marchitas, jardines de piedra, víboras, cuchillos, espejos, fauces y laberintos. Su lectura produce efectos sinestésicos pues es posible ver y tocar las imágenes erigidas, oler sus textos y escuchar los gritos "fracturados y persistentes a través de las eras".
Este viernes 15 se ha presentado su último poemario titulado ¡Delira y sobrevive!, un compilado de 19 poemas presentados por el inspirado prólogo de Patricia Bennett, quien destaca la búsqueda de la identidad femenina, la "sensualidad agresivamente asumida" de sus escritos, la presencia de "versos contestatarios contrarios al dolor impune", cuyo poemario "echará a volar palomas o murciélagos".
La intensidad de esta poesía asusta, pues nos lleva hacia las sombras y nos seduce. Nos acerca a las parcas con su reloj finito o nos abre la puerta de nuestra propia tumba. Su hablante lírico se debate entre el sueño y la vigilia, entre la oscuridad aterciopelada y la luz cegadora. No hay salvación para la que habla pues ya "copuló con la demencia" y "rasgó los velos de la vida". De aquel diluvio sólo ha quedado quien intentará hacer justicia a través de sortilegios, a través del lenguaje articulado, pues, como rezan rítmicamente sus poemas: "aprendí a hilar palabras y con ellas forje la bandera que icé en la patria del verbo". Pero eso no la salvó. Ima Sumac Calcina está condenada a "reincidir en el verso" y a llevar al consciente sus voces internas, que le gritan al unísono que ya es tarde para rescribirse, pues su cabellera está poblada de cuervos y su pago será continuar modelando su universo poético. Sabemos que lo hará incansablemente, "furibunda, tejiendo la noche".
María Constanza Castro M.
Académica Escuela
de Periodismo UCN
Máster en Literatura.