Ambulantes en la Plaza Sotomayor
El municipio entregó una mala señal con el regreso de los comerciantes al recinto cívico. Un problema que ya parecía solucionado, vuelve a encender el debate. Hay que ser justos, estas personas se ganan la vida en forma honrada y trabajando, pero no es menos cierto que estos espacios públicos pertenecen a todos los antofagastinos y no a unos pocos. Así de claro.
Una serie de reacciones generó el regreso de los comerciantes ambulantes (carros azules) a la Plaza Sotomayor. Un tema sensible que ya genera un intenso debate en la comunidad, tanto a favor como en contra.
La decisión del municipio de reincorporar a 15 personas se fundamenta precisamente en la salida de otros 49 comerciantes el 17 de noviembre de 2015, todo ello tras una larga disputa que incluso llegó al ámbito de los tribunales.
Si bien la actual medida tiene un marcado fin social de ayudar a adultos mayores, comerciantes con discapacidad y otros problemas, a todas luces es una señal contradictoria hacia la comunidad y pone en tela de juicio el real objetivo con que fueron sacados los anteriores vendedores.
Aunque el municipio ha dicho en todos los tonos que ésta es una medida transitoria, la experiencia demuestra que este tipo de situaciones suelen prolongarse más de la cuenta y que vienen acompañadas de una serie de medidas de presión, algo que por cierto saben en la casa consistorial.
Sólo basta recordar que los comerciantes agrupados en el Sindicato de Vendedores Ambulantes llegaron en la misma condición en 2009 y que después de casi seis años debieron abandonar el centro cívico por los arreglos en calle Matta y la caducación de sus permisos provisorios.
Hay que ser justos, estas personas se ganan la vida en forma honrada y trabajando, pero también no es menos cierto que estos lugares públicos pertenecen a todos los antofagastinos y no a unos pocos, como pasa hasta el momento.
¿Qué pasaría si cada uno hiciera lo que quisiera en vista de su situación económica o condición social? Sin duda, sería un problema mayor y la sana convivencia se transformaría en un caos, donde primaría la ley del más fuerte.
El regreso de los ambulantes es una mala señal para todos los antofagastinos y abre una serie de interrogantes sobre el futuro de la Plaza Sotomayor cuando terminen las obras de remodelación.