"'Quijote' se instala en temas profundos de los habitantes del norte"
Luego de tres años alejado de las tablas y enfocándose en su nuevo papel como coordinador de la nueva carrera de Artes Escénicas de la Universidad de Antofagasta, el director local Alberto Olguín regresa al teatro de la mano "Quijote", a cargo de la compañía Misterix.
Una propuesta teatral que con ironía y humor une fragmentos de la famosa novela de Miguel de Cervantes y los extrapola a la actualidad que enfrenta la región por estos días.
La obra recientemente estrenada en Antofagasta entrega una mirada certeza y cruda de los problemas con que conviven a diario los habitantes del norte como la xenofobia, los prejuicios, el impacto de la minería, la gente en situación de calle, los perros abandonados, la contaminación, entre otros factores.
El montaje que cuenta con ocho actores y a un músico en escena se presenta en el Teatro Pedro de la Barra y aún restan dos funciones agendadas para el próximo jueves (19 y 21 horas y viernes (21 horas). Los interesados en asistir pueden solicitar sus invitaciones al correo electrónico teatromisterix@gmail.com.
¿Cómo surgió la idea de tomar un personaje tan reconocido como El Quijote para contar los problemas de los habitantes del norte?
-Antes de pensar en lo que íbamos a hacer, lo primero fue convocar a un grupo de personas. En las conversaciones que surgieron sobre las temáticas que queríamos abordar, siempre pensamos que queríamos hablar desde el lugar que habitamos. En este caso llegamos a la conclusión que nos calzaba muy bien esta idea de tener este personaje (Quijote) de 400 años y hacerlo caminar por el Desierto de Atacama.
Luego que teníamos el personaje y la novela, que es la fuente de creación madre, nos dimos la tarea de extrapolar la esencia de la novela a nuestras inquietudes personales como grupo.
El personaje principal es un profesor, ¿qué nos puedes contar de él?
-Es un profesor, un erudito, que se vuelve loco. El Quijote se volvió loco leyendo novelas de caballería y él se vuelve loco leyendo El Quijote. Él lo que hace en la obra es emular las peripecias que tiene el héroe al que admira en el norte de Chile en el año 2015.
¿Cómo ha sido para tí esta vuelta a las tablas?
-En la parte creativa lo último que hice fue 'Los trenes se van al purgatorio'. En esta obra y El Quijote hay un cierto punto de conexión ya que vuelvo con una adaptación de un texto literario llevado al teatro. En aquella oportunidad trabajé con la obra de Hernán Rivera y ahora con la novela de Cervantes. Me interesa mucho el traspaso del lenguaje.
¿Fue muy complicado tomar este clásico de la literatura y extrapolarlo a la realidad del norte?
-Para nosotros no fue un problema el lenguaje que se utiliza en la novela de Cervantes porque básicamente nunca fue nuestra intención literalizar la novela. El que quiera conocer la obra de Cervantes tendrá que leer la novela. Esta obra de teatro es un producto nuevo que nace de la fuerte interacción de El Quijote. Es una obra que tiene sus propios valores y lenguaje en términos de contenido.
Nuestro grupo no hace esta versión de El Quijote con el fin que la gente reemplace el libro o vaya a encontrar respuesta que en el libro no encontró. Nosotros nos metemos en los espacios vacíos del libro. Desde ahí contamos nuestra historia y ocupamos como fuente de inspiración e impulso el libro.
¿Luego de su reciente estreno cómo ha sido la respuesta del público?
-Según las impresiones que hemos podido recoger, la gente está muy agradecida de que hayamos hecho esta visión del norte. Nosotros somos una obra con un espíritu reflexivo y crítico bastante presente en el trabajo. Nosotros nos instalamos en el norte y hablamos desde norte al mundo, no es que estemos contando historias coyunturales de Antofagasta o Mejillones. Nosotros creemos que nos instalamos en temas profundos del habitante del norte, de su geografía, de sus paisajes y del ser humano del norte. Y creo que eso la gente que ha visto la obra lo agradece.
¿Es fácil hoy reconocer el teatro nortino? ¿existe una identidad de teatro que se hace en esta zona del país?
-No lo sé todavía. Creo que aún hay camino por recorrer. Porque por un lado están las temáticas de lo que estamos tratando y el lenguaje que estamos ocupando para contar esas historias de gente de acá. Pienso que no basta solo con contar historias de acá, sino que hay que crear lenguajes escénicos también desde acá, y eso es un camino más largo.
Lo que sí siento es que hay un impulso de que la gente quiere hablar de temáticas, de materias, de ideas, de inspiraciones que tiene que ver con el lugar que habita, entendiendo que eso no te hace ni localista ni provinciano, sino que eso te hace extrapolar desde tu mirada del lugar que habitas, porque los problemas son universales.
En esta "búsqueda" de la identidad del teatro nortino, ¿cuánto pesa el que existan pocos espacios para desarrollar la disciplina?
-El esfuerzo que nosotros hemos hecho en la Universidad de Antofagasta por reparar el Pedro de la Barra que ya está en su última etapa para que se cierre, es muy lindo. Pero a la vez es preocupante porque si empiezas a mirar para el lado te preguntas dónde más se hace teatro con la calidad técnica que hay en el Pedro de la Barra. Simplemente no existe. La otra instancia es el Teatro Municipal donde si no convocas más de 800 personas no es rentable económicamente.
"Lo que sí siento es que hay un impulso de que la gente quiere hablar de temáticas, de materias, de ideas, de inspiraciones que tiene que ver con el lugar que habita". "Según las impresiones que hemos podido recoger, la gente está muy agradecida de que hayamos hecho esta visión del norte".