Malos tiempos
Esto del cambio climático, del calentamiento global, y las marejadas, son temas tan recurrentes que forman parte de la agenda diaria. Lo curioso es que lo vamos aceptando, como buenos "animales de costumbre".
Las marejadas de hoy, conocidas como "bravezas de mar" en años pasados, siempre dejaban una secuela de daños y coletazos al por mayor. Mirando al ayer, recordamos diversos hechos, especialmente cuando un temporal destruyó las obras del Puerto Artificial, que se hallaba en construcción, en la primera mitad de la década del 20. Hay fotos de archivo con imágenes que muestran la magnitud de los daños. Las mismas marejadas provocaron la muerte de muchos pescadores, que no lograron pasar "la barra" para ingresar a la dársena y sus débiles embarcaciones sucumbieron en medio del destructor oleaje.
Una marejada debilitó el pilotaje del Muelle de Pasajeros, donde operó la caleta de pescadores. El año 1967, el muelle prácticamente se hundió. Lo mismo sucedió con el muelle Bellavista, también ocupado por los pescadores artesanales.
Recuerdo la varadura del "gánguil", embarcación boyante usada en la construcción del puerto. Fondeada como pontón frente a la Garita del Cable, varó en esa playa: el óxido, los golpes de mar y los años hicieron su obra. Desapareció a fines de los 50.
Sin dudas que uno de los hechos más connotados sucedió a comienzos de los 50, cuando una violenta marejada afectó las instalaciones del muelle de La Chimba, donde se descargaban explosivos. Tras cortar las espías, uno de los lanchones maulinos varó y fue destrozado por el oleaje, generando la varadura de cientos de "velas" de amongelatina…
Se efectuaron arriesgadas maniobras para salvar la peligrosa carga, pero la prudencia se impuso y hubo que conformarse con aceptar lo que las fuerzas de la naturaleza impusieron. ¡La dinamita se varaba a diestra y siniestra!
Hoy, entrado el otoño, los pronósticos, no siempre acertados, nos recomiendan estar alertas. El tiempo, el clima, es otro… Es indudable.
Jaime N. Alvarado García