Cuarenta años después de que surgiera ese mítico filme "Rocky" (del director John G. Avildsen), aparece esta más que gratificante película que, en estricto rigor, podría ser considerada como "Rocky 7" o la refundación de la saga, porque todo el argumento remite a lo que fuera el origen de uno de los personajes más populares del cine: Rocky Balboa, el boxeador de pocas luces, que comenzó siendo matón de barrio en Filadelfia y terminó siendo estrella mundial del boxeo.
Es interesante todo este proceso, porque "Creed: corazón de campeón" -que tiene a Sylvester Stallone nominado al Óscar como mejor actor de reparto- es, de principio a fin, un himno a la nostalgia, puro cine dentro del cine, donde el espectador que ha visto la saga de Rocky Balboa disfrutará doblemente con cada una de las citas, lugares revisitados y diálogos que se superponen entre éste y el original de 1976.
El personaje de Rocky Balboa lanzó a la fama a Sylvester Stallone y tanto el actor como los productores no dudaron en hacer una serie que tuvo seis episodios más, donde se suponía que la última era el punto y final. Debemos ser muy honrados al decir que "Rocky" siempre fue una película mediocre, que tuvo la suerte de ser estrenada en un momento en que Estados Unidos necesitaba de un típico héroe que se hace a sí mismo, que surge desde la barriada y asciende hasta tocar las estrellas.
Por eso cuando uno visiona "Creed: corazón de campeón" a muchas personas les causó profunda extrañeza de qué modo se pretendía reflotar al personaje y con un director nuevo que podía echar por tierra todo el legado de este personaje del cine contemporáneo.
Por fortuna, el director de esta película, Ryan Coogler, no solo hace una estupenda revisión del mito sino que saca adelante un filme que con toda propiedad puede ser tan pronto un homenaje nostálgico a un Rocky que entró definitivamente en la vejez como un espaldarazo a un actor emergente que encarna al hijo del púgil que disputó con Rocky el título mundial: Apollo Creed.
Si somos todavía más honestos, este filme es una nueva versión de "Rocky", un poco encubierto pero con el mismo esquema que aquella vieja cinta cautivó al público en los años setenta. Pero, afortunadamente, son varios los detalles que hacen de esta película algo diferente, con identidad propia, partiendo por la excelente caracterización de Stallone como Rocky Balboa que se despide de la vida y la fama, entendiendo que el mejor acto de su existencia puede ser el darle el apoyo a un boxeador que se revela como poderoso. Otro detalle a favor de este "Creed", lo constituyen los secundarios que aportan a entender las motivaciones del conflictivo personaje.
Un detalle inteligente del guión lo constituye el hecho que el personaje de esta película, Adonis Creed tiene su propia personalidad, alejada del estilo de Rocky Balboa, a quien admira de verdad, pero que intuye como un referente y no como un modelo al que se debe copiar. De hecho, Adonis Creed es un tipo con dinero, con educación y con contactos, pero cuya naturaleza rebelde le exige separarse de la sombra de su famoso progenitor, cambiarse el apellido y buscar al único hombre al que su padre le tuvo respeto en el ring: Rocky Balboa.
Aun cuando el estupendo guión de Coogler y Aaron Covington logra reflejar muy bien estas diferencias de origen y de estilo entre Adonis Creed y Rocky Balboa, lo único que parece un poco forzado es la historia romántica que está puesta allí como para suavizar la trama entre los duros entrenamientos y los encuentros en el ring.
Fuera de este detalle. La película tiene estilo, fuerza y sobre todo la nostalgia suficiente para que los cinéfilos se sientan en su salsa: porque no todos los días podemos volver a un personaje fílmico que nació hace nada menos que cuarenta años antes y sentir la misma emoción con detalles sutiles: la ciudad, la escalera en que el primer Rocky asciende para convertirse en figura icónica, los preparativos para el combate final que, por cierto, está calcado del "Rocky" de 1976. Pero así y todo eso no molesta.
Hay un tono crepuscular en todo el desarrollo de la película que se agradece de veras, porque es la despedida (ahora parece que definitiva) de un mito del cine, de un personaje al que nadie podría desconocer, independiente de que si estemos o no conectados con la serie. Ese tono crepuscular adquiere potencia en el tramo final y sobre todo en la maravillosa secuencia final, en la famosa escalera, que Creed y Rocky ascienden. Esa imagen se convertirá en un nuevo referente para las próximas generaciones, las que seguramente disfrutarán con las peleas y victorias de Adonis Creed, dejándonos al viejo Rocky Balboa en el centro del recuerdo.
El director Coogler sabe sacar ese estilo fatalista, decadente y mortuorio con la suficiente dignidad -y hasta con humor- para que el mito no pierda un ápice de su valor en el cine.
Insistimos que lo más valioso de este filme es la actuación de Stallone que sabe dibujar a un Rocky que viene de vuelta, que entiende lo que se avecina, sabe que su tiempo ya pasó y tiene, con orgullo y valentía, dejar el camino a la nueva generación que encarna Adonis Creed (un trabajo irreprochable de Michael Jordan).
Con todo, 'Creed: corazón de campeón' puede no ser una película realmente nueva, pero sí una que sabe sacar el mejor partido a la nostalgia de "Rocky" de 1976, demostrando de paso que el cine se nutre y engrandece con el mismo cine, que este ejercicio de metacine funciona y se expande, haciendo que los espectadores disfruten de una historia que no ha muerto. Larga vida para Balboa.
Periodista, Magíster en Edu. Escritor, Académico U. A.
Víctor Bórquez N.