Bryan Saavedra López
Con la cabeza canosa, el señor Eduardo Vega Torreblanca (78) contempla el océano recostado en una silla de playa. Lleva puestos unos con jeans, polera rayada y calcetines que no le impiden tener contacto directo con la arena de la playa Llacolén. En la noche cambiará el panorama, se cubrirá con ruidos y su tranquilidad quedará entorpecida.
Antes de eso, su esposa Hortensia Díaz (72), le acaricia el rostro. Él no dice nada. Desde hace cinco años que sólo balbucea recuerdos de sus tiempos de trabajador en la construcción. Don Eduardo tiene alzhéimer.
"Para mí es mejor venir acá que estar en la casa, así al menos yo me relajo y él también", dice Hortensia en el campamento de cinco carpas que instalaron hace tres días en Llacolén, donde vacacionan 16 familiares y entre un bebé de cuatro meses, hasta don Eduardo.
Al igual que ellos, hay más de 300 personas pasando el verano en el lugar en cerca de 150 carpas. Los fines de semana aumentan hasta el doble. Ellos van por pocos días, distinto a otros grupos que suelen pasar todo el verano en esa playa.
"Estas son las vacaciones, como se dice, del pobre, porque no tenemos cómo salir afuera", relata la hermana de Hortensia, Isidora Díaz (66) y su hija le llama la atención por andar con chaleco en el verano. Eso no le importa y cuenta que "uno se viene a relajar acá, es una playa tranquila, lo único molesto es que viene gente y deja su basura".
¿Qué opina de los residentes de los edificios que se quejen de su presencia? "Encuentro que es un egoísmo grande, porque ellos sí tienen plata para salir a otros lugares y hay que aprovechar las playas, que es lo único gratis que nos está quedando", manifestó Díaz.
Las hermanas concuerdan en que falta instalar baños químicos en el sector, a modo de mejorar la higiene. Están dispuestas a pagar por usarlos.
De acuerdo al gobernador marítimo, César Cruzat, durante las últimas semanas, se ha incrementado la presencia de sus equipos en el sector Llacolén, junto a Carabineros, Salud y el municipio, con el fin de mantener todo en las "condiciones adecuadas".
Por eso se han reunido junto a organismos públicos con el objetivo de mantener y mejorar el vivir de familias como la de don Eduardo.
"Básicamente ellos deben cumplir las condiciones adecuadas que es mantener el sector limpio y no molestar a la comunidad en general", especifica Cruzat.
En caso contrario los carpistas se exponen a desalojos que puede ordenar la Intendencia o la Gobernación Provincial, según el gobernador marítimo.
Jeeps y reggaetón
En otro de los campamentos, rodeado de doce familiares y entre Amaro de cinco meses de edad y de su suegra de 50, Jimmy Cáceres, padre de familias, con el cabello rebajado en los costados, camiseta de Boca Juniors y descalzo, comenta que desde el año pasado veranean en Llacolén. Bajan desde la población Miramar.
"Aprovechando el verano venimos una semana a la playa, es tranquilo y hay pocitas para los niños", dijo Jimmy.
La rutina de los carpistas es clásica: desayuno, almuerzo, once y conversaciones sobre sus experiencias de vida en la noche con juegos de meza.
Sólo que todo funciona mejor al aire libre, con el ruido de las olas y las canciones que suenan en un parlante, según los cercanos de Jimmy, a volumen moderado.
Lo contrario pasa cuando la noche abraza las carpas del sector y llega la furia adolescente antofagastina en vehículos, preferentemente jeeps 4x4 con equipos de sonido sofisticados por los que salen líricas de reggaetón o la última canción de Justin Bieber.
"Eso estorba la tranquilidad de la noche, se ponen en la costanera a todo volumen, y uno despierta, porque no miden que hay familias", se quejó Cáceres.
Estos carpistas no niegan que ellos 'carretean', pero precisamente por su condición de unión y de estar con niños, no lo hacen hasta tan tarde, porque privilegian la tranquilidad junto al mar.
Claramente hay excepciones, pero el ruido del jueves en adelante llega con los autos. Con la juventud. Con las ganas de que todos escuchen su música en la playa. Con la última canción de moda.
¿Qué opina que la gente se queje de su presencia? "Eso pasa porque hay familias que dejan toda su basura acá por sus costumbres", cree Jimmy.
Condominios
Por las condiciones del sector el sonido rebota e irrita a los cerca de 600 vecinos residentes de los condominios y complejos de departamentos de Llacolén. Por eso han enviado varias cartas a este Diario con sus quejas, que principalmente son por los ruidos nocturnos, la basura y la invasión que significa convivir con los carpistas, que están de vacaciones a diferencia de muchos de ellos.
La administradora del edificio Aires, Sandra Castaño, cuenta que "lo principal es el foco de contaminación, el viento trae malos olores y en general la playa se ve muy mal. Y lo otro son los ruidos en la noche, que los residentes sienten que son acá mismo".
Jaime Díaz, residente del mismo edificio, cuantifica que entre las torres del sector y el complejo habitacional del costado, hay alrededor de 2 mil personas, pero por el momento son cerca de 600 habitantes.
"Esto no es un tema aislado, es reiterado y se acentúa en el verano. Todo lo que está al frente se llena de vehículos y se convierte en un motel, sobre todo de marzo a diciembre. Acá hay un tema de regulación y seguridad, porque viene gente joven en su mayoría y es sitio de carrete que se da hasta altas horas de la mañana, sobre todo de jueves a domingos", subraya el residente de Llacolén.
Francisco, Aravena,, vecino edificio Vientos del Sur 2
"No tengo incomodidades con los carpistas, porque los ruidos vienen de los niños que vienen a tomar a la playa en los autos".
Montserrat, Abrego,, vecina, edificio Aires
"Está sucio, no hay baños, debieran sanitizar la playa cuando termine la temporada. Falta un lugar donde se cumpla la ley".
Arturo, González,, vecino, edificio Aires 1
"Como a las 2 o 3 de la mañana se ponen a cantar muy fuerte y ponen el parlante a full, pero no me molesta mucho de día".