Mónica, en el ocaso de su vida
Tiene 71 años y nunca tuvo hijos. Abogada y académica de fuste en una Facultad de Derecho de la capital, de su desempeño no recuerda casi nada. Luego de retener en su memoria tanto la letra como el espíritu de los códigos que enseñó y aplicó con pleno beneplácito de alumnos y colegas, especialmente el derecho a la vida, ya no queda nada. Mónica comenzó a perder lentamente su memoria reciente y mostró luego incapacidad para aprender nueva información junto a una dificultad en el uso del lenguaje, especialmente en el empleo cotidiano de ciertas palabras (nombres de personas, fechas, etc.). A ello fue agregando cambios en su humor y ciertas alteraciones de personalidad que obligaron a poner término a su vida profesional. La causa de esta alteración severa la determinó una dolencia de la cual se sabe hace unos 110 años: la enfermedad de Alzheimer.
A diferencia del resto de todas las enfermedades, en el Alzheimer, reconocen los especialistas, lo único que a la postre cabe hacer es compadecer a quien lo presenta pero también a sus cuidadores. Margaret Chan, directora general de la Organización Mundial de la Salud, OMS, sostiene que "no hay otra enfermedad que sea más temida para cualquiera que desea envejecer con serenidad y dignidad. No hay ninguna otra que tenga un efecto tan devastador en la pérdida de funciones y de independencia y en la necesidad de atención como el Alzheimer".
Hoy existen 47,5 millones de personas que padecen demencias en todo el mundo, y un tipo de ellas es precisamente el Alzheimer. Cada año se registran 7.7 millones de casos nuevos y en Chile ha pasado a ser un problema de salud pública. Razones: en 1990 era la vigésimo novena causa de muerte y hoy ocupa el quinto lugar con un 526 por ciento de incremento en solo dos décadas.
La aparente pérdida de sus bienes personales caracteriza el día a día de Mónica. Pero junto a ello olvida también el camino para volver a un determinado lugar y desde hace dos años el pensamiento abstracto y el razonamiento simple comienzan a mostrar un deterioro creciente. El diagnóstico de los especialistas señala que la paciente presenta un estadio intermedio en su Alzheimer. La incapacidad para fijar y recordar datos nuevos y el deterioro de su memoria para recrear hechos lejanos confirma que el proceso avanza sin detenerse. Aquello determinó que la familia acordara traerla a Antofagasta para brindarle toda la atención posible. Hoy se encuentra internada en un hogar especializado a su condición.
El promedio de vida de un enfermo de Alzheimer es de ocho años, con un rango que oscila entre los 4 a 15 años. No se dispone de medicamentos capaces de revertir la mortandad diaria de millones de neuronas que afectan a estos pacientes, aunque las drogas paliativas buscan con muy poco éxito aminorar el paso cada vez más rápido -el "one way" o camino único- con que vive cada paciente. El Alzheimer es hoy la dolencia que en Chile produce la mayor discapacidad entre los adultos y el consejo médico lo que hace es reconocer a la hipertensión , la diabetes, la obesidad y el sedentarismo como factores de riesgo acelerante de la aparición del mal. Los cuadros siguientes que afectan luego en estos enfermos son la incapacidad para comer y vestirse, la pérdida de la orientación témporo espacial junto a episodios de hostilidad, delirios y agitación. La genética ha descubierto que existen al menos cuatro genes localizados en los cromosomas 1, 14, 19 y 21 que influyen en el inicio y progresión de la diolencia. Curiosamente el cromosoma 21 está vinculado también al síndrome de Down porque codifica el péptido productor de la proteína (amiloide) que se acumula en el cerebro y desata la enfermedad. Está comprobado que a medida que las personas con síndrome de Down pasan los 50 años de vida, el riesgo de presentar rasgos distintivos de un Alzheimer son manifiestos.
Solo una de cuatro personas con Alzheimer ha sido diagnosticada y dos de cada tres son mujeres. Es una enfermedad silenciosa que se diagnostica cuando ya es demasiado tarde. Mónica cuenta, además, con un factor en contra: su madre (92) presenta también Alzheimer en grado terminal, algo que los médicos tienen muy en cuenta cuando realizan el diagnóstico temprano del mal.
El calendario de febrero dedica una jornada para recordar el Día del Periodista. Nuestro oficio de comunicar a diario la ciencia encuentra en esta enfermedad una gran piedra en el camino porque en casos de dolencias graves lo que hacemos es entregar mensajes que oscilan entre un optimismo prudente y un pesimismo esperanzador, pero aquello no se cumple con los pacientes de Alzheimer. Nuestro aliento cotidiano a la esperanza caerá en el vacío hasta que la ciencia no ilumine el sendero para gestar la calidad de vida que estos enfermos, desde su silencio, nos solicitan.
Sergio Prenafeta Jenkin
Profesor