Antofagasta con debil desarrollo científico
El Informe 2014 sobre los principales indicadores de la actividad científica chilena, en una mirada de diez años, muestra que "Antofagasta es científicamente débil respecto a los niveles de Chile y entre 2008 y 2012 perdió capacidades respecto de su nivel anterior". El documento, de 286 páginas, fue preparado por el grupo internacional de investigación SCV Imago, experto en cienciometría, rankings de países, revistas e instituciones y visibilidad web, con datos de contexto de Conicyt, el Banco Mundial, el Instituto Nacional de Estadística, CICYT e IMD. Se espera ahora el Informe 2015 que, en términos generales, no altera los indicadores analizados.
A pesar de su reducido tamaño -anota el documento- Chile alcanza impactos y excelencias que lo colocan en una posición comparable con el concierto de países de mayor tamaño relativo. Este buen record no se aviene con el gasto que se hace en ciencia. En 2012 Chile invirtió el 0.35% de su Producto Interno Bruto (PIB) en investigación, desarrollo e innovación, la misma cifra que en 2015 y la proporción más baja entre los países que integran la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico), donde el promedio es el 2.4% del PIB. En el contexto de estos países, Chile es, además, uno de los que cuenta con menos cantidad de investigadores activos, entendido como un reservorio de capital científico.
En 2003 el número de científicos chilenos autores de informes finales (papers) de investigaciones aparecidas en revistas de corrientes principal era de 5.002 personas, el que creció a 13.386 en 2012. El aporte por regiones alcanzó en Antofagasta al 3% nacional (Santiago 62%, BioBío 13%, Valparaíso 6%). En ese lapso los científicos locales produjeron solo ocho informes reconocidos como "conocimiento innovador" (Santiago 359, Bio Bío 68, Valparaíso 64). Se considera como tal aquellas investigaciones que fueron citadas en patentes de Estadios Unidos, Unión Europea y Japón.
La producción de patentes es otro asunto en el que Chile tiene saldo en contra. Entre 2003 y 2012 el país mostró capacidad para generar conocimiento útil para detonar procesos de investigación, pero paralelamente mostró dificultades para apropiarse de aquel conocimiento mediante la generación de patentes internacionales. Las universidades de Chile, Católica de Chile y de Concepción concentran el 54% de las patentes producidas en el país. En dicho lapso, la UCN produjo 10 patentes y la U. de Antofagasta 7.
El Observatorio Europeo Austral (ESO) entre 2003 y 2006 ocupó un lugar central con un rol de bróker o articulador importante de la red de investigación astronómica en la II Región, pero entre 2009.2013 las cifras dan cuenta que perdió ese papel. Se espera que el aporte de ALMA, en un nuevo informe, cambie tal apreciación.
Entre 2008 y 2012 se produjeron en la II región 267 documentos en ciencias planetarias y de la Tierra; 169 en Física y Astronomía, 166 en ciencias biológicas y acuicultura, 121 en matemáticas, 112 en ciencias sociales y 106 en medicina. En 2003 había en la región 169 científicos activos, lo que en 2012 creció a 411. La UCN alcanzó en este lapso un "nivel de impacto" de 0.8 dentro del conjunto de universidades del país, en tanto para la U. de Antofagasta el mismo fue de 0.4. Los términos nivel de impacto, excelencia y liderazgo son tecnicismos que miden el 10% de los trabajos originales más citados por otros autores en un país, área o categoría.
El exacerbado centralismo de la investigación científica acumula todos los buenos indicadores en Santiago, con algún "desborde" hacia Concepción y Valparaíso. Las regiones distantes suman solo un 10% de excelencia en ciencia, y son Maule, La Araucanía, O'Higgins, Antofagasta, Los Lagos y Atacama. En la página 97 del Informe se lee: "La pérdida de capacidad científica en Antofagasta y Magallanes invita a mirar con atención el conjunto de indicadores". Qué duda cabe que a pesar del escaso presupuesto para hacer ciencia e innovación en Chile, existen o subsisten hoy importantes proyectos locales en ejecución.
El reciente anuncio de la Presidenta Bachelet en orden a crear un ministerio para la ciencia en Chile permite avivar la esperanza para hacer justicia al talento innovador de nuestros investigadores. Pero eso no es la solución definitiva al problema. Tuve la oportunidad de reunirme en Filadelfia, EE.UU., con decenas de jóvenes chilenos doctorados y postdoctorados en distintas disciplinas que quieren volver a entregar sus conocimientos en su país y no hay un espacio para ellos. Chile los becó por su excelencia académica e invirtió en ellos para que otros países los aprovechen. Es nuestro capital intelectual atrapado en la vorágine de históricos criterios equivocados.
Sergio Prenafeta Jenkin
Profesor