El hedor de La Concepción
No hubo gloria en esta batalla, una de las más crudas de la Guerra del Pacífico. Sí un ejército nacional mermado de 77 sobrevivientes que se enfrentó a dos mil soldados peruanos, que sumaban a montoneros e indígenas de la sierra. El protagonista de esta novela es Luis Cruz Martínez de 16 años, quién deja el liceo para enlistarse y sobrevivir a San Juan, Chorrillos y Miraflores. Ascendido a subteniente, es uno de los últimos en morir en la masacre, por lo que se encarga de tarjar las bajas en una bitácora y hacer anotaciones sobre la guerra, mensajes para los chilenos del futuro que pretenden testimoniar lo que allí sucedió y dar una explicación al acto suicida del batallón Chacabuco, liderado por el capitán Ignacio Carrera Pinto, nieto de José Miguel Carrera, quién persiguió el heroísmo pagando un alto precio.
El autor de esta "novela histórica", narrada con los cinco sentidos, es Francisco Schilling, joven escritor antofagastino quien publica su primera novela bajo el sello Ediciones B, recibiendo muy buenos comentarios de parte de la crítica. Este impactante texto titulado Los Héroes desarma el relato histórico y hace una suerte de revisionismo de lo que la historia oficial nos ha contado sobre nuestros héroes nacionales. Y hace carne la crónica de los hechos, permitiéndonos pisar el mismo moridero en el que nuestros emblemas nacionales yacieron antes de que sus corazones fuesen extraídos a modo de reliquia patria.
Este relato de estructura circular nace y muere en la Concepción, con los cuerpos dispersos y mutilados tras la batalla, sobre un reguero de sangre, que se describe visualmente, cual fresco hiperrealista, que oculta tras la escena las verdaderas razones del fracaso de la estrategia chilena y de la porfía de los valientes que confían sus planes a enamoradas del bando enemigo, en ese otro tiempo, donde no hay más futuro que el de los libros de historia. A nuestros nobles soldados no les asustaba la muerte, sino la incertidumbre, el desgarro y la espera entre batalla y batalla, pues rendirse no era una opción, tal como lo describe Schilling en su novela "el fondo del miedo no es la muerte misma sino la espera de la ejecución, el tiempo que queda para especular en la formas en que ocurrirá".