El art de amar
En la religión actual encontramos el más amplio abanico doctrinario de toda la historia humana. Desde las creencias imaginistas primitivas hasta la cienciología, pasando por el judaísmo ortodoxo, el vudismo cajou, la teología de la liberación y el hinduismo, islamismo o budismo en todas sus estirpes. Es la lógica de la simultaneidad que impone el desfase entre sociedades ortodoxas, liberales, antiguas, modernas, pobres y ricas, para satisfacer las necesidades espirituales de hombres tan diferentes como hoy existimos en el mundo.
La palabra Dios denota deidad, divinidad, providencia, salvación, omnisciencia, creación, potestad, el alfa y el omega, jefe de tribu y, para otros, la nada absoluta. Estos términos son patrimonios culturales y no exclusivamente místicos. Pertenecen a toda una sociedad y por lo mismo a cada integrante de aquella. Así es como en cada persona, como reservorio de la memoria colectiva, la palabra Dios es un término de valor compartido, pero también personal, que alude a sus más íntimas y freudianas convicciones.
La cuestión central es cuánto del sentimiento religioso cabe en el espíritu de cada individuo. Sin importar las diferencias culturales, temporales, políticas, etarias, económicas o co-temporales, la naturaleza religiosa del individuo es -al margen de su fe- dimensión de su amor al prójimo. Como lo sostiene la mayoría de las creencias, la presencia de un ser superior en el espíritu humano es evidente a través de su cercanía y proximidad hacia los demás, de su afecto por la felicidad, tranquilidad y paz ajenas, aquella que llena de júbilo por la ventura de quienes no somos.
En Rendic, Antonio Rendic, el médico de los pobres, la religión es parte de su trabajo, la religión es parte de su ejercicio diario, es parte de una memoria religiosa que proviene y rinde homenaje al "ama a los demás como a ti mismo". En dicho sentido, Rendic es, como otros nobles espíritus de esta región, un religioso laico, cuya obra al servicio de los más humildes se substancia en la memoria colectiva del bien a los semejantes y distintos, una creencia que proviene de las bases iniciáticas del cristianismo.
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