Simplemente, ¡"Cachurreta"!
Luis Parraguez DT y Profesor de Ed. Física
¡Hola, mis buenos amigos. Mi anhelo para ésta, mi primera columna del 2016, era desear un muy buen año al deporte y a los deportistas de la ciudad, pero miren que contradicción: el hombre propone y Dios dispone.
Todos estábamos felices el martes porque la mejoría se estaba manifestando de buena manera, pero vino el "bombazo": "Cachurreta" nos ha dejado, se nos fue al estadio del Altísimo, donde el partido lo juegan sólo algunos elegidos por sus grandes condiciones, y "Cachurreta" lo era.
Lo conocí allá, por el final de la década de los sesenta, en el añoso Estadio Municipal, integrando una selección escolar que entrenaba el popular Jaime "Poroto" Araya y que, posteriormente, se coronó Campeón Nacional.
En ese equipo ya brillaba con luces propias Félix Castro Carvallo, sí, porque era su nombre. Este es uno de los extraños casos donde el "apelativo" supera a la identidad real de la persona.
Uno, a veces nombraba a Félix Castro y algunos quedaban pestañando, pero si decía "Cacharro" o "Cachurreta", inmediatamente venía a la memoria el magnífico central de Antofagasta Portuario.
Félix fue uno de los jugadores que más tempranamente debutó en el equipo titular. A los 17 años ya se había apropiado del puesto, impasable por arriba, un insigne cabeceador, siendo que no era tan alto.
Lo que sí tenía "alto" era su temperamento, su entrega. Es que él sentía la camiseta, no le pesaba y la defendió con una pasión como pocos. Él sí tenía "Corazón de Puma" y los hinchas así lo recuerdan.
Fuimos compañeros en el CRA sólo tres años, pero nos hicimos amigos de la vida. Leal, preocupado, siempre cooperando, apoyando. Posteriormente, me acompañó en las divisiones menores del CDA.
Todo un hallazgo. Captó inmediatamente la atención de los compañeros y él se sentía feliz de hacerlo. Sus consejos siempre llegaron a los chicos.
Félix: sólo nos llevas la delantera, como en el fútbol, debutaste antes, guárdanos una camiseta allá en el campo de juego celestial.
¡Hasta siempre, amigo. Dale saludos al Magnánimo!