Ordenados y en silencio, en la antesala del Teatro, nos advierten que hemos sido convocados, para ser testigos de lo que sucede en una institución psiquiátrica. Literariamente hablaré de un tema psiquifotero
Creación dramática, basada en el libro "El Infarto del Alma o filantropía del encierro" de Diamela Eltit y la fotógrafa Paz Errázuriz, quienes, en un acto desquiciado para algunos y profesional para otros, a fin de cuentas: "Cada loco con su tema", plasman, más en imágenes que en palabras, toda la humanidad que puede esconderse tras los muros de un remoto hospital psiquiátrico chileno, ubicado en Putaendo.
Globos y un sonido constante, entrelazan estos personajes, que tejen y destejen una historia dura, conmovedora y desesperante. Hombres y mujeres abandonados, confinados, sentenciados. Personajes disímiles y desconcertantes, adultos que actúan como niños, reclamando compañía, para luego rehuirse; sus conductas reiterativas contagian al público, quien también se rasca, tal vez para sacarse esa inquietud que no es de piel, sino del alma. Lo que me parece es un acto de amor enfermizo, para otro será venganza y así se manifiestan diversas interpretaciones ¡Cuántos de los que no están encerrados, reinciden con amores asfixiantes y abusivos!
La reina, el obsesivo compulsivo, la adicta enamorada, el obsceno, el esquemático, el hombre que como un niño juega con el tacho y tiernamente se oculta, mientras le sustraen el dulce. Locos, locos, porque así los llaman, mientras que hacemos lo mismo, pero con vergüenza, incapaces de desnudar el cuerpo, menos el alma.
Una canción, interpretada "a capela" con gusto a lamento y ternura, los reúne en la mesa "familiar", un grito desgarrador, el desorden y la complicidad, ponen fin a esta excelente representación dramática.
Una puesta en escena realista, ensamblada a partir de la observación, la ironía: "Yo soy el otro, locos enamorados del alma".
La obra se detiene, la vida avanza.
¡Felicitaciones al Joven Director! Gracias especialmente a Luz Jiménez. Nos reencontraremos.
Iris Marín Pizarro
Comentarista teatral