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Comer en horarios incorrectos perjudica la actividad cerebral

HÁBITO. Una investigación advierte que alimentarse en las noches puede alterar las funciones del hipocampo y con ello el aprendizaje y la memoria.
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Pamela De Vicenzi

Hay personas que se antojan de comer un sandwich, frutas o un trozo de torta en horarios inadecuados, con más frecuencia en la noche.

Esta costumbre no solo puede alterar el metabolismo, provocar molestias estomacales y el mal procesamiento de la comida que puede derivar en una subida de peso.

Un estudio realizado por especialistas de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA) asegura que este mal hábito también es capaz de modificar la fisiología del cerebro.

La investigación, publicada en la revista eLife, sostiene que comer en horarios reservados exclusivamente para dormir causaría una deficiencia en el tipo de aprendizaje y la memoria controlada por el área del hipocampo en el cerebro.

Consecuencias

Los autores se interesaron en los efectos cognitivos producidos por comer en horas inapropiadas, aunque ya se sabía de antemano que esta costumbre tiene un impacto en la salud metabólica, que incluso podría llevar a un estado pre diabético.

"Hemos proporcionado la primera evidencia de que comer regularmente en el momento equivocado del día tiene efectos de largo alcance para el aprendizaje y la memoria", señaló Dawn Loh, autora principal del estudio.

La especialista en estudios del sueño añadió que "dado que muchas personas se encuentran trabajando o jugando en los momentos en que normalmente estarían dormidos, es importante saber que esto podría opacar algunas de las funciones del cerebro".

Según el estudio de la UCLA, algunas conductas aprendidas se ven más afectadas que las nuevas acciones que una persona realiza.

Experimento

Si bien el experimento para comprobar esta teoría se realizó en ratones, Loh y sus colegas aseguraron que los resultados se pueden homologar a los problemas cognitivos que suelen tener quienes realizan actividades nocturnas, tales como los trabajadores por turnos.

El equipo puso a prueba la capacidad de los ratones para reconocer un objeto que tuviera alguna particularidad innovadora. Los roedores que se alimentaron de manera regular pero en horarios incorrectos fueron menos capaces de recordar ese objeto.

La memoria a largo plazo también se redujo drásticamente, cuestión que se demostró en otro experimento.

Tanto la memoria a largo plazo como la capacidad de reconocer un objeto novedoso se rigen por el hipocampo, que desempeña un papel importante en nuestra capacidad de asociar los sentidos y las experiencias emocionales con la memoria y nuestra capacidad para organizar y almacenar nuevos recuerdos.

La proteína que estimula la memoria

El estudio de la UCLA determinó también que hay algunos genes implicados en el ritmo circadiano ("reloj biológico"), el aprendizaje y la memoria. Estas funciones están reguladas por la proteína CREB, que cuando se cuentra menos activa disminuye la lemoria y puede desempeñar un papel en la aparición de la enfermedad de Alzheimer. En el experimento, en los ratones que fueron alimentados en el momento equivocado, la actividad total de la CREB se redujo significativamente.

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El tamaño de la copa puede influir en la cantidad de vino que una persona bebe

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Un estudio publicado en la revista PLoS One sugiere que la cantidad de vino que una persona bebe puede estar relacionada con la forma del vidrio de la copa.

Los investigadores, pertenecientes a diversas universidades del Reino Unido, reclutaron a más de 300 voluntarios a través de internet para participar en un peculiar experimento.

Los voluntarios debían mirar una copa de vino llena y luego tuvieron que igualar su volumen exacto en otros vasos de diferente tamaño y forma.

Tal como esperaban los especialistas, pocos participantes estimaron de manera correcta la cantidad de vino. Sin embargo, también detectaron patrones específicos en las personas que adivinaron mal.

Algunos participantes se dejaron llevar por la ilusión que provocaba un tipo especial de copa de vino. Los recipientes más anchos y cortos mostraban más vino del que había en realidad.

"Estos resultados son ampliamente consistentes con las personas que utilizan la plenitud relativa de los anteojos para juzgar el volumen. Sugerir la forma y la capacidad de las copas de vino puede influir en el volumen percibido", escribieron los autores de las universidades de Oxford, Cambridge y Bristol.

Este estudio es similar a otros que hablan sobre la confusión que se genera en las personas cuando se trata de la relación entre tamaño y contenido.

Por ejemplo, la mencionada investigación alude a otras que han demostrado que quienes comen en platos pequeños obviamente consumieron menos, pero se sentían más satisfechos que quienes se sirvieron en platos grandes.

Hay otros estudios que afirman que las personas suelen creer que las botellas estrechas contienen más cerveza que las latas, debido a una ilusión conocida como el efecto de alargamiento.

En el caso del vino, algunas investigaciones han demostrado que las personas vierten más vino en una copa ancha en lugar de una que es estrecha, cuando en realidad ambos son del mismo tamaño. Es probable que esto ocurra porque creen que la copa ancha es más pequeña de lo que realmente es.

"La percepción de que las copas más pequeñas contienen más que las más grandes (a pesar de que contienen el mismo volumen), podría frenar la velocidad de la bebida y el consumo global de servir porciones estándar en vasos más pequeños", concluyeron los autores.

La ilusión del tamaño de la copa

Prueba

El estudio realizó un experimento en el que más de 300 usuarios de internet debieron advinar la proporción correcta del vino en diferentes copas.

Efecto alargado

Los recipientes más alargados provocan la ilusión de mayor contenido. Por ello, la gente se sirve más cantidad de vino en una copa ancha.