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Hospital Doctor Antonio Rendic

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Curiosa historia de la amistad, a través de los años, de los poetas Andrés Sabella y Antonio Rendic.

El querido Dr. Rendic era amigo de siempre de don Andrés Sabella Signora, el padre de nuestro poeta. Debido a ello, el Dr. Rendic fue el médico de cabecera del vate. Por eso, don Antonio le llamaba "el Niño Andrés". Andrés le llamaba "mi Doctor del cuerpo y del alma".

Hoy, nuevamente, sus nombres se unen en proyectos de futuro:

El aeropuerto de Antofagasta pasará a llamarse Aeropuerto Andrés Sabella Gálvez.

¿Y cómo se llamará el nuevo hospital de Antofagasta? El actual se llama Hospital Regional Leonardo Guzmán. Hoy se construye un nosocomio en otro lugar, más amplio, más cómodo, con modernas instalaciones, o sea, un proyecto futurista en favor de la comunidad antofagastina. ¿No sería el mejor homenaje al querido Don Antonio, cuya labor humanitaria es reconocida por varias generaciones, que el nuevo hospital lleve su nombre?

Revisemos:

La voz del Dr. Rendic se alzó fuerte y clara en la década del 60, para denunciar el alto porcentaje de arsénico que tenía el agua potable que bebíamos los antofagastinos. Hubo muchos detractores de la época que negaron tal hecho. Sin embargo, don Antonio demostró con análisis del agua y con exámenes practicados a muchos de sus pacientes, especialmente niños, "quienes exhiben nacientes síntomas de cáncer. Lo observo en la piel y a través de ellos veo unos puntos que denuncian la existencia de arsénico en el organismo", declaró el doctor, en 1968. Su denuncia movilizó a la comunidad antofagastina. Sindicatos, Instituciones Gremiales, Municipalidad, Centro Para El Progreso y Parlamentarios se unieron para solicitar al Gobierno que buscara la forma de eliminar el arsénico del agua potable. Fue el Presidente Eduardo Frei Montalva quién decidió establecer plantas abatidoras de arsénico.

Esta sola labor de denuncia y sus exitosas consecuencias para la salud de la comunidad de Antofagasta, ameritan un reconocimiento mayor para la incansable labor del Dr. Rendic.

Indudablemente, si hoy estuviera entre nosotros, don Antonio estaría liderando la campaña "Este polvo te mata", aportando casos y antecedentes, siempre atento a denunciar todo aquello que daña la salud de la comunidad antofagastina.

Si a esto sumamos su dedicación diaria en que atendía gratuitamente, desde las 7 de la mañana, a los pacientes que llegaban a su consulta-casa habitación, de calle Latorre con Maipú, a quienes no solamente no cobraba sino además entregaba medicamentos gratis, le servía un vaso de leche e incluso, en algunos casos, daba dinero para el pasaje de la movilización, le valió el nombre de "Médico de los Pobres" y el cariño de toda la comunidad.

Pero, el Dr. Rendic aún tenía tiempo y voluntad para dedicarse, aparte de las oraciones diarias, a otro de sus afanes: escribir poesía. Para eso usaba el seudónimo de Ivo Serge. Y dejó como legado aproximadamente 40 libros. Su poesía es de gran sensibilidad y religiosidad. Pero también sus poemas de amor, dedicados a su esposa Amy Jenkin, son de una belleza y profundidad que conmueven. A la muerte de su esposa, surge de su dolor una preciosa y desgarradora secuencia poética.

Y aquí, encontramos otra faceta de la amistad de Sabella y Rendic. Cada martes se reunían en Uribe 666, la casa de Andrés, e intercambiaban poemas, que leían y comentaban semana a semana.

Y, haciendo historia, cuando la Municipalidad de Antofagasta creó la distinción "Ancla de Oro", en 1953, destacó a dos poetas: Ivo Serge (Dr. Rendic) y Andrés Sabella.También, en esta Orden "Caballero del Ancla", nuestros poetas comparten laureles.

¿Será posible aunar esfuerzos, juntar voluntades, remover sentimientos y solicitar a la autoridad regional un reconocimiento muy merecido para nuestro querido doctor Rendic? Somos pocas las personas que vimos su inconfundible figura recorrer las calles de Antofagasta. Es ahora cuando debemos solicitar que el nuevo hospital lleve su nombre: Hospital Regional Antonio Rendic.

Star wars: El despertar de la fuerza de la Navidad

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Sicario

En el invierno de 1820, el ballenero "Essex" fue agredido por algo a lo que nadie podía creer: una ballena de tamaño y voluntad descomunal, con un sentido de la venganza casi humano. Este hecho real fue la inspiración para "Moby-Dick", pero lo que hace esta película es revelar las consecuencias del encuentro, cuando los sobrevivientes de la tripulación fueron forzados hasta el límite y se vieron obligados a hacer lo impensable para mantenerse vivos.


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