Se dice que Antofagasta es una ciudad de servicio, en este caso de servicio a la minería, que es el sector económico más gravitante a nivel regional y, dado que localmente se desarrolla una actividad minera con altos estándares mundiales, se podría colegir que la ciudad cuenta con servicios acorde a ese nivel. Craso error. Sin lugar a equivocarme mucho, estimo que Antofagasta debe estar dentro de las urbes que brindan peor calidad de servicios a todo nivel.

Vayamos brindando algunos ejemplos. Hace unas semanas en la ciudad hubo dos conciertos, de Alberto Plaza y de Inti Illimani Histórico, y aunque estos eventos se desarrollaron en el Teatro Municipal, no existían entradas numeradas. ¿Cómo lo haya? O sea quienes adquirían las entradas más caras tenían que llegar igual con horas de anticipación para asegurar una buena ubicación, esto sólo pasa en nuestra ciudad. Esta situación parece ser una extensión del tipo de servicio que brindan los médicos, quienes no atienden por hora, sino por orden de llegada y el paciente debe ser, literalmente, paciente y esperar horas y horas.

Veamos otros casos. ¿Le ha pasado que usted entra a una tienda y los vendedores no le dan ni la hora?, o va de compras a un supermercado o una gran tienda de artículos para el hogar y de las cajas existentes ¿ni la mitad está operativa?

Ejemplos como los dados hay más y, muy probablemente, mucho más importantes. El punto es que la comunidad no tiene voz en estos temas. En otras oportunidades he manifestado que carecemos de una masa crítica que logre hacerse respetar y por el peso de su opinión, logre provocar cambios en ciertas situaciones que perjudican la calidad de vida local. Sin duda que uno de los grandes temas donde se echa de menos esta facultad es en la histórica demanda por recursos públicos acorde a lo que a región aporta. Pero también existen medidas privadas que provocan daños a los habitantes locales y nadie alza la voz. Me refiero a la eliminación de los vuelos comerciales a Copiapó, Iquique y Arica desde Antofagasta. Hemos quedado incomunicados y carentes de ese servicio y ¿alguien alzó la voz? ¿Alguna autoridad? ¿Un gremio tal vez? ¿Qué pasaría si alguien exige que el Estado se haga cargo de ese servicio? Sin duda sería tildado de retrogrado, de estatista, de antimodelo.

Carlos Tarragó

Presidente de Proa Antofagasta

Pocas cosas tienen tanto impacto como los caminos: nos acercan, nos muestran mundos distintos y nos abren posibilidades. En esa perspectiva, debe decirse que desde hace poco más de dos décadas, el país ha vivido cambios radicales en este ámbito y un hito clave fue la inauguración de la primera carretera concesionada en Chile, la que une Concepción con Santa Juana, al sur del Biobío, en lo que se llama la Ruta de la Madera.

El entonces Presidente Eduardo Frei Ruiz-Tagle empujó la obra que venía a mejorar la competitividad de la industria forestal instalada en esa zona del país, una de las principales actividades nacionales en términos de exportación y creación de empleo.

Lo mismo se hizo con notables obras que permitieron unir Santiago y Puerto Montt con una doble vía de alto estándar. Entre los principales favorecidos se contó con la industria salmonera. La lógica de las concesiones de puertos, carreteras y aeropuertos tuvo esa característica: corregir y mejorar los estándares nacionales y prepararse para el salto cuantitativo que tuvieron las exportaciones desde entonces.

En concreto, Chile no habría tenido éxito si ello no se hubiese conseguido. Los costos y problemas para transportar frutas, productos congelados, celulosa, por nombrar sólo algunos, eran imposibles de resolver con la antigua infraestructura nacional.

En tal contexto, son positivos los resultados obtenidos por las concesiones carreteras de nuestra región. Según los datos oficiales, cada día existe un promedio de 16.510 usuarios en las carreteras concesionadas de la Provincia de Antofagasta, la cifra equivale a un 20% más de lo presupuestado.

El hecho es destacado por el Ministerio de Obras Públicas (MOP), que apreció la viabilidad que tienen estos proyectos en la región.

Recordemos que siguen pendientes el tramo de Carmen Alto a Calama; de Chañaral a Antofagasta y desde nuestra ciudad a Alto Hospicio-Iquique, obras que acercarían mucho a los habitantes, mejorando los estándares de seguridad y permitiendo la generación de más negocios.

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