Jonathan Villella Coyán
Son poco más de 250 las atenciones mensuales que la Corporación Nacional de Ayuda al Niño Quemado (Coaniquem), realiza en la ciudad favoreciendo a menores que han sufrido lesiones de diversos grados.
Sólo en lo que va del año (hasta octubre), la institución ha tratado de manera gratuita a más de 550 niños, quienes deben asistir a curaciones o tratamientos entre tres y cinco veces por semana.
Se trata de una gigantesca ayuda para los niños y sus familias, considerando los altos costos que implica la rehabilitación de este tipo de heridas.
Los tratamientos y curaciones de un niño quemado tienen distintos valores, según sea el caso y el diagnóstico.
Las atenciones más graves parten en los $400 mil y pueden superar incluso los $4 millones, pues en ocasiones los niños son derivados a Santiago, junto a uno de los padres, para ser intervenidos o tratados de manera específica.
Problema
La coordinadora de la corporación, Andrea Cabrera, comentó que la institución vive un momento complejo, ya que un gran número de empresas suspendieron sus aportes.
"Nos hemos visto mermados en nuestras recaudaciones producto del complejo escenario minero. Esto es lamentable, porque independiente del escenario local, los niños quemados necesitan contar con su tratamiento", precisó.
Cabrera explicó que el tratamiento que se brinda a los niños no se limita exclusivamente a los cuidados médicos, sino que también existe preocupación por su enseñanza.
Al respecto comentó que como muchos menores suspenden su asistencia a clases mientras se recuperan, Coaniquem cuenta con profesionales que se hacen cargo de esta faceta, de manera que los pacientes no pierdan el año escolar.
Secuelas
La kinesióloga de la unidad de rehabilitación de Coaniquem, Carolina León, con 23 años de experiencia en tratamientos de este tipo de lesiones, explicó que los daños estéticos y funcionales que deja una quemadura son tan graves, que no atenderse oportunamente deja al paciente expuesto a secuelas permanentes.
Además, muchas de estas lesiones están localizadas en zonas funcionales o articulares, lo que obliga a realizar un seguimiento de los pacientes hasta que son adultos.
"Tenemos pacientes que llegan a muy temprana edad y terminan de tratarse a los 18 años, que es el momento en que se puede determinar si existirán o no secuelas. Por cierto que cuando son atendidos oportunamente, los resultados son increíbles. Se mejora la calidad de vida y el entorno del niño se ve favorecido", manifestó la profesional.
Autoestima
Carolina León comentó que las quemaduras también afectan al núcleo familiar del paciente, al quedar una sensación de culpa, sobre todo en los padres, por no haber podido evitar el accidente.
A esto hay que sumar el efecto sicológico en los mismos pacientes, que suele provocar reacciones de aislamiento y una baja autoestima.
Los accidentes con fuego o líquidos calientes afectan principalmente a los lactantes de cero a dos años, pues a esta edad los niños están en pleno desarrollo de sus capacidades motrices y cognitivas, por lo que observan y toman todo.
En Antofagasta los casos más comunes tienen que ver con volcamiento de recipientes con líquidos calientes.