Secciones

Poesía y collage

E-mail Compartir

otra obra surrealista de braulio arenas, fundador de la mandrágora.

Donde dice: nogal, hay que leer: esfinge.

Donde dice: tres cuartos, hay que leer: un cuarto para

las tres.

Donde dice: medianoche, hay que leer: mediodía.

Donde dice: paraguas, hay que leer: hasta las últimas

consecuencias.

Donde dice: coléricas manifestaciones, hay que leer:

porque en esos escritos estará su voz, su pensamiento...

Donde dice: callejuela, hay que leer: alcancía.

Otra de sus creaciones.

Una de las obras plásticas del poeta Braulio Arenas.

Fe de errata

Adelanto del libro "Viví Soñando"

Poesía reunida (y collages) de Braulio Arenas.

Radiografía a Braulio Arenas, el fundador del surrealismo en Chile

Amado y odiado, Braulio Arenas (1913-1988) incendiaba los corazones. El poeta que lideró el grupo La Mandrágora en Chile y que le dedicó un himno a Pinochet, esta semana fue publicado por Ediciones UV en un libro que incluye una entrevista que le hizo el vate Jorge Tellier, un epílogo del escritor Enrique Lihn y un testimonio del también poeta Gonzalo Rojas.
E-mail Compartir

"Viví soñando"

Poesía reunida Ediciones UV 292 páginas

$5.000

Admirado y repelido en similares dosis, el poeta y Premio Nacional de Literatura Braulio Arenas (1913-1988) tiene ahora una segunda oportunidad de ser leído. En "Viví soñando" (libro recién publicado por la Editorial UV, de la Universidad de Valparaíso) relucen los laberintos y espejos del surrealismo que sembró, a su modo, en el Chile de los años 40. El volumen explora en distintas etapas los bemoles de un creador: desde el joven que a los 24 años, y en un acto público, arrebató a Neruda un discurso y lo hizo añicos, hasta el declinante hombre gris de 64 años que regaló un himno a Pinochet.

La mandrágora

Arenístico Ernesto Pfeiffer, editor de "Viví soñando", cree que la poesía de Arenas es de aquellas que debe ser leída "con el asombro de la infancia" y que sus posibilidades "son tan infinitas como los sueños". Argumenta que se lo debe leer sin prejuicios, que de otra manera no se aprende "el arenístico", dice, y saborea un par: "Todo el cielo era un portaviones de luciérnagas" y "El trigo no subirá de precio este año / (comentan los gorriones), dos ejemplos que le sugieren que "los poemas de Arenas parecieran ser el sueño de un poeta que duerme en una banca de provincia". Braulio, el huérfano El pequeño Braulio nació y creció en La Serena, "su madre fue amiga de Gabriela Mistral y su padre era descendiente del escritor costumbrista José Joaquín Vallejo (Jotabeche). Ambas influencias no podían pronosticar que naciera un hijo surrealista, pero después este sustrato se mezclará con el surrealismo y producirá una original combinación", acota el editor.

El ateo religioso También dialoga con la imagen de Cristo en su poema "El Cristo pobre": "Así los hombres te dejaron, / de todo te despojaron / Cristo tan pobre, tan chileno", escribe inspirado en un mármol que encontró en el cementerio.

cuatro años Tenía arenas cuando murió su madre. Dos años después murió su padre.

Por Amelia Carvallo A.

La historia del surrealismo chileno tiene en el grupo La Mandrágora -formado por los poetas Teófilo Cid, Enrique Gómez Correa, Jorge Cáceres y Braulio Arenas- al batallón de choque que a fines de 1938, tiempos agitados al borde de la Segunda Guerra Mundial y el Frente Popular, vapuleó a todo el anterior lirismo. Épocas intensas, de caudillos y facciones literarias dadas al duelo y el desprecio, días propicios para que un grupo de veinteañeros quisiera, una vez más, cambiarlo todo montados en obras que descubrían el poder de la palabra y se lo pasaban como un sagrado fuego.

A los cuatro años perdió a su madre y dos años después, a su padre. Los cuatro hermanos quedaron al cuidado de una tía y el hermano mayor tomó el rol de padre.

La infancia ocupa un lugar esencial en su obra, un espacio para el asombro y el entusiasmo. La poesía será entonces la búsqueda de esa palabra y reino perdido en la infancia.

"En la obra de Arenas esto toma un particular sentido, sobre todo cuando observamos el 'Discurso del gran poder' y sus doce palabras mágicas y alquímicas, todas ellas palabras que aprendimos en la infancia", aclara Pfeiffer.

De esa época deben haber sido sus primeras lecturas de la Biblia, una imaginería que aparece en sus textos, especialmente la del Antiguo Testamento con figuras como la de Samuel, para quien hizo una obra de teatro o su versión de la historia de Sansón y Dalila que visita en "La promesa en blanco".

Claro que la desfachatez surrealista debió alejarlo de esos cirios para encender otros: al azar, a la amada esquiva, al pensamiento automático y el subconsciente.

"En su periodo surrealista Arenas fue -como todos- ateo. Este gesto era fundamental para poder cumplir los postulados de Breton y desarrollar una escritura libre y sin censura moral ni ética. A partir de la década del sesenta, su obra empieza a dialogar con dos místicos cristianos: San Juan de la Cruz y Santa Teresa", cuenta Ernesto Pfeiffer.

Además, acrecentando su enigma y aura indescifrable, Braulio Arenas fue un solitario que no formó familia, no tuvo hijos ni esposa, aunque sus versos amorosos resuenan muy vívidos: "Se van besándose los besos, / ebrios, felices, presurosos, / en la calle los transeúntes, / con nostalgia, los observan" ("Los besos").

Comenta el editor que aunque en alguna entrevista Arenas dijo que con los ingresos de un escritor era muy difícil tener una familia, sí tuvo algunos romances de los que poco se sabe.

Pfeiffer los recuerda: "Si hurgamos en sus novelas hay muchas mujeres que son protagonistas y que parecieran ser tomadas de su vida real, por ejemplo en 'Adiós a la familia', quizás su mejor novela, que tuvo cuatro ediciones y que fue muy leída en su época. A propósito de esto, es curioso constatar que casi todas sus novelas transcurren el año 1929, cuando él tenía 16 años y que parece ser el año en el que tuvo un amor que nunca pudo olvidar".

-¿Qué concepción tuvo Braulio Arenas sobre el amor romántico?

-Dos de sus poemarios más importantes, como "Discurso del gran poder" y "Pequeña meditación al atardecer en un cementerio junto al mar", pueden enmarcarse como poesía amorosa, aunque son muy poco tradicionales. Quizás lo que mejor define su concepción del amor es este verso: "El amor pesa tanto como la realidad que desaloja".

Sobre el infausto poema dedicado a la Junta Militar, "Chile es así". que terminó siendo algo como un himno, Pfeiffer averiguó que fue publicado por su propia voluntad en 1977, en un suplemento dominical.

Por cierto este trabajo no está incluido en la presente antología, ya que, según el editor, "está lejos de sus mejores escritos".