La nueva edición de "EN EL CENTRO DE TU NOMBRE" (2015), de Juan Antonio Massone, tiene el prestigio poético del antiguo tópico del "axis mundi". Axis: eje, centro, razón de ser, cimiento de. "Venus-Amor", aún vale para este caso. Leídos sus poemas (71 ¿o debemos decir 72?) permanecemos junto a su yo lírico que, como buen amante, se ha nimbado con un peculiar atractivo.
Mirando momentos del vivir transcurrido, un observador habrá con capacidad para entender la existencia como su proceso de aprendizaje hacia lo inevitable. Aciertos y errores signarán las diarias eventualidades.
Y, un día, en la cúspide de su existencia, ¡el amor! Recién abierto el portal de su felicidad, dirá: "Pase lo que pasare / tendría que haber nacido muerto / para no amarte", porque "Para que yo naciera, / llegaste de quién sabe dónde".
Pero, entre tanto los avatares de esa existencia se dejaron sentir dando paso a un cuestionamiento vital: "¿Has oído tu nombre / en otros labios / como si las horas / dejaran de morir / y el tiempo / fuera milagro?".
Amor fue lo que hubo entre un momento y otro. Ahora los recuerdos --¿por cuánto tiempo más?-- sólo sostienen imágenes, situaciones, fragmentos de lejanos coloquios y un afán comunicativo cuyo emisor está consciente de la ausencia de su interlocutora, pues aunque le recuerde que "Ayer acariciaba tu nombre", en el hoy es categórico en su afirmación: "Sin rostro queda tu nombre / en las arrugas de un papel marchito".
La fugacidad de cuanto atañe al vivir asoma de modo inequívoco: "Descubrí que te amaba / cuando no necesité / de razón alguna para hacerlo". Es posible. Si el amor puede todo, ha de engendrar su contraparte, el desamor: "Nada falta decir en lo que digo. Nada, / salvo tú, para quien nunca fui el amor." En el deslinde del Amor, para algunos, se abre el abismo del desengaño: "…perdona / si de ti nada escriba / ni lo lamente jamás".
Osvaldo Maya Cortés