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Grave accidente carretero enluta a Francia: 43 muertos

DECESO. Un bus y un camión chocaron en una carretera cercana a Burdeos.
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Al menos 43 personas murieron ayer en una carretera cercana a Burdeos (Francia), la mayoría de ellas jubilados, al chocar un bus y un camión e incendiarse ambos vehículos.

Según informó la Prefectura del departamento de Gironde, este accidente se considera el peor en Europa en los últimos diez años y el más grave en el país galo desde 1982.

El accidente se produjo en Puisseguin, unos 40 kilómetros al este de Burdeos, y dejó además ocho heridos. Entre las víctimas mortales se encuentran el conductor del camión y su hijo de tres años. De los heridos, dos sufrieron quemaduras, otros dos padecieron traumas encefálicos y sólo cuatro personas tuvieron lesiones leves.

El fiscal de Libourne, Christoph Auger, sostuvo que será necesario precisar la cantidad de muertos, ya que no está claro si el número de pasajeros registrados coincide con los que iban en el bus.

El vehículo partió con un grupo de jubilados que iba a la pequeña localidad de Arzacq-Arraziguet, ubicada al pie de los Pirineos. Las víctimas salieron de Petit-Palais, al noreste de Burdeos, y chocaron con el camión a las 07.30 de la mañana.

Las primeras versiones, en las que el camión habría causado el accidente, fueron rechazadas por la gendarmería, que aseguró que la causa y el accidente en sí estaban siendo investigados. El coronel Ghislain Réty indicó que también se estaba indagando por qué los dos vehículos prendieron fuego.

Réty añadió que la investigación de los cadáveres es prioritaria y que podría llevar varias semanas.

"Callados"

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¿Estamos orgullosos de vivir en Antofagasta? Cada cierto tiempo el tema es recurrente. Este mismo diario publicó un artículo al respecto hace unos días y a pesar de que pude opinar en dicho reportaje, me he quedado dándole vueltas a lo que allí se planteaba. ¿Por qué siempre predomina la sensación de que los que vivimos en Antofagasta no sentimos aprecio por la ciudad? Con quien yo hable, el discurso es más o menos el mismo: "yo me siento feliz y orgulloso de vivir aquí, pero está claro que los demás no… se ve que no hay respeto por la ciudad, que no la cuidan, que falta esto, que está mal lo otro, que hay poco aporte, que todos critican y se quejan… ", todos, menos el que habla, claro. Al final, el asunto parece reducirse entonces a un tema de percepciones: "percibimos" que no existe el orgullo antofagastino, a pesar de que los mismos que piensan eso, se confiesan satisfechos y orgullosos de vivir acá.

Es contradictorio, pero si entendemos que las percepciones son realidades, tiene cierta lógica. Lo que hay que hacer entonces es cambiar la percepción. Y lo que se hace habitualmente para modificar las percepciones, o crear nuevas, es trabajar en el ámbito comunicacional. No hablo aquí de una gran campaña mediática, aunque, honestamente, no sería mala idea. Me refiero más bien a jugársela por la ciudad haciendo cosas que estén a nuestro alcance, como por ejemplo, cambiar el discurso personal en sus dos formas: el discurso público y también el discurso privado. Y para ello, hay que migrar del "modo crítica" al "modo proactivo-constructivo-comprometido" y más que focalizarse en lo que uno cree que sienten los otros, conviene centrarse en declarar explícitamente lo que siente uno y actuar en consecuencia.

La pregunta entonces debería ser esta: "¿Qué estamos esperando para declararle nuestro amor a Antofagasta?" No seamos como esos amantes irresolutos y desconfiados, temerosos de asumir cualquier tipo de compromiso, que prolongan y prolongan la etapa del coqueteo, sin querer formalizar la relación. Es tiempo de dejar de flirtear inmaduramente con la ciudad y jugársela de una buena vez por esta tierra noble y generosa que nos espera con la paciencia infinita de la doncella enamorada. Una doncella que, a pesar de nuestros titubeos, aún tiene la ilusión de que algún día nos apearemos del caballo para mirarla al fondo de las pupilas y decirle con los ojos llorosos y la voz entrecortada que sí, que aquí estamos, que cuente con nosotros, que nos la vamos a jugar por ella, que ella es todo lo que siempre soñamos, que la vamos a respetar, a cuidar, a querer, en las buenas y en las malas, en lo favorable y en lo adverso, en salud o enfermedad… hasta que la muerte, o la vida nos separe.

Porque mientras aquí estemos, estaremos comprometidos en cuerpo y alma, dejando el corazón en la cancha, aportando, construyendo, agradeciendo y devolviéndole de alguna forma todo lo que ella incondicionalmente nos ha entregado. Antofagasta… escúchame bien… te declaro todo mi amor.

Marcela Munita Solé

Marcemunita.blogspot.com