Dániza Urrutia Sepúlveda
Importantes conclusiones fueron parte del Quinto Encuentro de Obispos y Agentes de Pastoral de las Fronteras de Bolivia, Perú y Chile, actividad que tuvo por propósito coordinar y aunar criterios para apoyar a los migrantes, quienes muchas veces sufren abusos o son explotados cuando intentan ir en busca de un mejor porvenir.
Así fue analizado el servicio que presta la Iglesia Católica a los migrantes, los desafíos y avances de estos últimos años, además de la coordinación con otras instituciones que trabajan con extranjeros y los gobiernos regionales de dichas zonas.
En la actividad participaron 25 agentes pastorales y los directores nacionales de la Pastoral de Movilidad Humana. Encabezaron el encuentro los obispos de fronteras, monseñores Pablo Lizama, Arzobispo de Antofagasta, Guillermo Vera de Iquique y Moisés Atisha, de Arica, y el padre Enrique Olive, administrador apostólico de Calama.
El quinto encuentro es una iniciativa en el marco de la celebración de los diez años de la implementación del proyecto "Fronteras Solidarias y Seguras", en el espíritu de fortalecer el intercambio de experiencias entre las diócesis con la acogida, la promoción y defensa de los derechos de las personas migrantes, refugiadas y víctimas de trata y tráfico.
Al respecto, monseñor Pablo Lizama dijo que los migrantes son personas que "vienen con dolores, desgarros de sus separaciones, dejan a sus familias, y por eso queremos darles nuestro apoyo mientras se instalan y siguen con su vida. Hoy estamos con hermanos de Perú, Bolivia y Chile buscando instancias de acompañamiento y apoyo".
Palabra
El obispo de Tacna, Marco Cortez, dijo que los encuentros han permitido constatar que la Iglesia tiene que dar una palabra y hacer un acompañamiento. "Comprobamos que la fronteras de Chile eran un atractivo para muchas personas del continente. La situación económica suscitaba este desplazamiento y por lo tanto se creó un proyecto de las fronteras. Ha sido un caminar muy interesante porque se ha trabajado mucho, pero sentimos que aún estamos en los comienzos, que falta mucho por hacer", dijo.
Una de las primeras cosas que siente el migrante es que se le acoja como lo que es, y no como un exponente de un futuro peligroso. Dijo que no se puede pensar que toda persona que pasa la frontera sea un elemento que desestabilice.
Los obispos coincidieron en precisar que no se pueden vivir en la "cultura de la desconfianza". Todos nos necesitamos y podemos dar algo valioso, vivir la reciprocidad.
Monseñor Pablo Lizama agregó que los migrantes vienen buscando la paz, ya que provienen de regiones o países donde hay mucha violencia, entonces la gente se desplaza a un nuevo país para poder vivir en paz.
El obispo de Arica, Moisés Atisha, acotó que quienes trabajan en el mundo de la movilidad humana, "buscamos eliminar las trabas y frenos para los migrantes que tienen el anhelo respetable de buscar mejores horizontes. Las fronteras son artificiales y desde el punto de vista como comunidad cristiana, no existen fronteras. Podemos tendernos la mano unos a otros según vayamos caminando".
25 agentes pastorales participaron en la jornada, que se desarrolló en la casa de retiro San Luis.
10 años tiene la implementación del proyecto "Fronteras Solidarias y Seguras" que apoya a los migrantes.