La feria Filzic es, sin duda, uno de los espacios culturales y sociales más relevantes de Antofagasta y el Norte Grande. Su valor simbólico traspasa lo estrictamente comercial: es mucho más que un espacio donde pueden comprarse libros.
En efecto, la Filzic se ha consolidado en breve tiempo en un momento de conversación en torno a la literatura y otros temas culturales, motivado especialmente por la visita de ilustres escritores y pensadores nacionales y extranjeros.
Un aspecto muy positivo es que el evento ha crecido sistemáticamente cada año, lo que ha sido posible por el empuje y creatividad de sus creadores. Patricio Rojas y Patricio Maturana. Ellos han hecho un desarrollo notable desde todo punto de vista y eso debe valorarse y aplaudirse, ya que sin su esfuerzo, ese éxito no sería realidad.
Al tiempo, el aporte de la empresa privada y del sector público también resulta notable. Desde el Gobierno Regional, la Municipalidad, el Fcab, que facilita la explanada, Minera Escondida y otras, se hizo posible un logro que le hace bien a la ciudad y a la gente.
La lectura hace bien, abre mundos, posibilita el pensamiento crítico, permite viajar con la imaginación y el relato de los escritores; o permite formarnos opinión, cuando se trata de textos de análisis o educativos. La lectura abre conversaciones nuevas y es un receptáculo del conocimiento que el hombre ha forjado a lo largo de generaciones.
Eso promueve la Filzic y eso es bueno; igual que anexos como los encuentros musicales, carnavales y, en general, el reconocimiento de la cultura nortina y del Zicosur, como parte importante del alma local. En tal sentido, este evento ha hecho mucho por la ciudad y la región, al entregarle cultura a la población.
Atendiendo esto, es destacable sostener que todos los desarrollos deben crecer para asegurar su subsistencia; en este tipo de casos, es indispensable que la oferta sea mayor y mejor para asegurar su consolidación. Y en esto todas las instituciones somos responsables.
Es de esperar que el momento que se vive sea superado para bien de todos. No podemos ser mezquinos.