Apenas conocido el recorte presupuestario del FNDR para la región, se produjo un fenómeno bastante obvio. Una reacción transversal de rechazo y malestar a la cual, qué duda cabe, todos se han sumado con más o menos energía para expresar su voluntad de realizar gestiones al más alto nivel para enmendar la situación. La verdad, para exigir explicaciones.
Esta capacidad de reacción y transversalidad es muy interesante dado que las voces, con distinto grado de malestar y preocupación exigen que la situación se resuelva porque es inadmisible, incomprensible, ofensivo, discriminador etc., el que estemos entre las regiones a las cuales se les recorta el presupuesto. El Estado nos ningunea- ¡no nos tiene respeto!-, señalan algunas voces.
Otros, los más activos políticamente, olfateando los escenarios futuros, llaman a la articulación transversal para, desde un frente público -privado, enfrentar este agravio a la región que la población no está dispuesta a soportar y que naturalmente genera rechazo. ¡Qué se ha creído el Estado tratarnos así! Se les exige, de manera perentoria, a los parlamentarios que creen un frente que se oponga a este agravio gratuito y doloroso. La Región finalmente despierta y las alianzas surgen por doquier. ¡Al fin estamos de acuerdo en algo!
Sin embargo, cuando la industria privada lleva ya desde 2014 más de 7.300 despidos y amenazan continuar, cuando las empresas deciden detener proyectos, cuando la minería privada nos sigue generando afrentas de contaminación y terremotos sociales como el sistema de turnos 7x7, cuando importan el 40% de la mano de obra de otras regiones, cuando nos privan de vuelos a las ciudades vecinas. La reacción es nula y sólo algunos movimientos están a la altura de las circunstancias. Nadie propone articulaciones transversales que exijan respuestas urgentes, que nos las deben. Las energías no se despliegan con tanto entusiasmo y las alianzas público privadas brillan por su ausencia.
Será que en nuestro corazoncito somos aún "Estado- dependientes" y en nuestro bolsillo" privado- displicentes". Por qué será que operamos anímicamente con un doble estándar cuando el nivel de daño es, si no mayor, el mismo. ¿Somos transversales, enérgicos, proactivos y perentorios para todo o solo con lo que compete al Estado?
César Trabucco
Sociólogo y académico Universidad de Antofagasta