Desmemoria no solo en septiembre
Hacer juicios en el presente acerca de hechos ocurridos en el pasado es, para algunos, necesario. Para otros, inútil. Para mí, creo que depende de la medida que se use y el cómo se use. Más relevante que la condena, me parece que lo importante es no olvidar. Para no tropezar con las mismas piedras, esperemos.
Revisando películas para una actividad de clase, me encontré con "La llave de Sofía", del director francés Gilles Paquet-Brenner. En ella, una periodista adulta en el siglo XXI investiga un hecho ocurrido en 1942 en París, la "Redada del Velódromo de Invierno", cuando miles de parisienses de origen judío fueron apresados y encerrados con sus hijos.
Luego, los adultos fueron trasladados a campos de concentración en Alemania. Lo que más me llamó la atención en esta película, es que los periodistas jóvenes que trabajan con la protagonista desconocen totalmente el hecho descrito. Se sorprenden muchísimo al darse cuenta de que los autores no fueron alemanes, sino ciudadanos franceses.
Esta capacidad de olvidar hechos vergonzantes y jugar con los números de muertos y desaparecidos. ¿Será una facultad inherente al género humano? ¿Será que es demasiado difícil convivir con la vergüenza?
Hasta ahí, creo comprender estas faltas de memoria de que adolecen los pueblos y los seres humanos después de hechos terribles. Quizá para seguir viviendo sin enloquecer. Quizá porque la verdad es demasiado dañina. Sin embargo, aquí cerquita, a nuestro alrededor, los olvidos ocurren a demasiado corto plazo como para entenderlos y disculparlos.
En Chile, se olvidan las tragedias del país, se olvida la historia de cada ciudad, se olvidan las promesas incumplidas de los gobernantes y se los vuelve a elegir. Los elegidos, en un par de meses ya olvidan sus propuestas. También se olvida la identidad, los símbolos y costumbres. Un ejemplo frívolo: ¡Ver en fiestas patrias niñitas bailando cueca con enormes enaguas can-can con frufrús de sedas y encajes! ¿Es eso identidad?
Cecilia Castillo