El sacerdote jesuita Felipe Berríos es un férreo defensor de la gente desvalida, de quienes viven en los campamentos, de los inmigrantes, por eso rechaza el surgimiento de algunas voces que llaman a "expulsar" a todos los extranjeros.

¿Cómo ve la situación de los inmigrantes en general?

-Yo estoy profundamente impresionado por las palabras del Papa Francisco al Congreso de Estados Unidos, donde él se presenta como un inmigrante.

Nos hace recordar que Jesús nació como inmigrante y José y María fueron acogidos como inmigrantes, y quizá en esa época hubo gente que habló de José y María como hoy en día hay gente que habla en contra de los extranjeros.

¿Le preocupa los niveles de intolerancia a los que se puede llegar?

-Hasta dónde puede llegar la brutalidad humana, tanta gente que ha muerto arrancando, siendo refugiado. Por eso tenemos que acoger a nuestros semejantes como una vez a nosotros también nos acogieron.

¿Usted insiste en el aporte que representan los extranjeros?

-Los inmigrantes son una riqueza. Siempre en momentos en que se acercan campañas hay un uso político de temas como la delincuencia, las drogas y los inmigrantes. Pero creo que nosotros no tenemos que caer en ese círculo.

Antofagasta es una ciudad de Chile que tiene menor índice de delincuencia y la mayoría de los delitos son cometidos por chilenos.

¿A su juicio, a nivel político se asocia la delincuencia con el inmigrante?

-Es una malicia muy grande creer que el problema de la delincuencia está asociado con campamentos o con inmigrantes, porque no es así, porque los inmigrantes llegan para incorporarse, son una riqueza.

Siempre cuando hay momentos de roce (Chile-Bolivia) aparecen nacionalismos.

Tenemos que darnos cuenta que nacimos hermanos y tenemos un futuro juntos. No son los pueblos los enemigos y eso lo veo en los campamentos, la gente se ayuda, coopera, no hay distinción.

¿Qué mensaje le daría a la ciudadanía?

-No hay que quedarse con gobernantes que usan políticamente los conflictos. Roces vamos a tener así como los tienen los hermanos en las familias, pero seguimos siendo hermanos. Es triste para los inmigrantes ver cuando hay marchas, es duro que se les calumnie.