Alza de precios y calidad de la vida
Esta variable no es sólo económica, sino también social, porque hace rato que Antofagasta es sólo un destino de paso por sus altos costos en productos y servicios. Antofagasta aparece como una ciudad cara y poco amigable para vivir. Ya resulta necesario un IPC regional para analizar en su real dimensión las variaciones en los precios de los alimentos.
Si el IPC acumulado en los últimos doce meses llega al 5% producto del alza de precios sobre todo en los alimentos, los antofagastinos quizás perciban otra realidad en sus bolsillos, porque para nadie es desconocido que esta cifra puede elevarse en forma significativa por los costos reales de los productos y servicios en la Segunda Región.
Ahora si agregamos las recientes fluctuaciones del dólar, que incluso superó los 700 pesos, además del fluctuante valor de las bencinas, casi siempre al alza, unido a los impuestos a las bebidas gaseosas, vinos y licores producto de la reforma tributaria, el panorama aparece complicado para los consumidores.
Por ello la petición de un IPC de carácter regional no parece desproporcionado. Por el contrario, resulta en estos momentos una necesidad para dimensionar en realidad cuál es el impacto de los precios en los ingresos, en especial para aquellos sectores de la población que están en los quintiles más bajos.
Sin embargo, desde el Gobierno esta propuesta fue recogida, pero a través de un índice de calidad de vida para las regiones, que está siendo elaborado para analizar en realidad cómo afecta en alza de precios y otras variables económicas a lo largo del país y no sólo centralizarse en la Región Metropolitana.
Ahora el problema también está en otros niveles. El costo de la vida hace a una determinada ciudad o región más o menos amigable para residir. Por ello en estos momentos Antofagasta aparece como una zona con los mejores sueldos del país, pero con altos precios en productos, servicios y arriendos, lo que obligan a muchos trabajadores y sus familias a buscar residencia en otras regiones menos caras.
O sea, de una variable económica, pasamos a una problema social que hace rato tiene a la Segunda Región sólo como una zona de paso y la cifra de trabajadores conmutantes llegan a los 33 mil profesionales y operarios, que dejan sus ingresos en otras comunas.
Por ello resulta fundamental saber la verdadera relación entre alza de precios y costo de la vida en la región para proteger a los sectores más vulnerables y clase media emergente.