Hay un análisis pendiente, ahora que el superciclo del cobre llegó a su fin y la industria minera pasa por serias restricciones, donde incluso la estatal Codelco anunció recortes a sus excedentes del 33% y seguro que habrá una disminución de los aportes de la industria al Estado vía impuestos.
La pregunta pasa necesariamente por cómo la Región de Antofagasta aprovechó esta 'época de abundancia' en términos económicos, sobre todo en el desarrollo urbano, entiéndase infraestructura y calidad de vida, pero también en diversificar su economía para no seguir dependiente del precio de los comodities en los mercados internacionales.
Sobre estas interrogantes, los expertos deberán entregar sus análisis, quizás basados en cifras o estadísticas de inversión, pero resulta innegable que la región avanzó, más bien de la mano del boom de la minería, que por una política gubernamental de desarrollo.
Antofagasta sigue careciendo de respuestas urbanísticas en distintos temas, como congestión, problemas ambientales, falta de viviendas sociales, aparición de campamentos o poco crecimiento en áreas verdes, que son parte del déficit de inversión pública en la región.
Si a ello sumamos que la salud arrastra serios problemas con eternas listas de espera, falta de especialistas y una millonaria deuda en los hospitales, además que la educación regional aún no alcanza niveles satisfactorios de calidad, no podemos hablar de avances significativos producto del superciclo del cobre.
Otro capítulo de análisis para los expertos deberá ser si hubo una diversificación en la base productiva regional. Este anhelo resulta clave para no seguir dependiendo de los comodities, pero al parecer, hubo pocos avances en el período para dar otras proyecciones a la región.
Una de las ideas estuvo en la puesta en marcha del denominado cluster minero. Sin embargo, sus impulsores ahora deberán sacar conclusiones, ya que todo quedó en buenas intenciones, con sólo dos o tres proyectos significativos.