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"80 Años formando mujeres alegres al servicio de la comunidad nortina"

historia. En 1934, la Congregación de la Buenaventura Virgen María decide fundar un colegio de señoritas en Antofagasta.
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Los cambios en Europa en la década del 1930, generaron una gran preocupación respecto al futuro de los colegios alemanes, especialmente de los pertenecientes a los colegios de iglesia. La reverenda Madre Generala, con espíritu provisor y acorde a los tiempos difíciles, se preocupó de buscar en el extranjero un nuevo campo de acción de acuerdo a los principios del Instituto.

Es así como se puso en contacto por carta con el Rector del San Luis, colegio católico de varones de Antofagasta, reverendo José Blümell y en agosto de 1934, el Instituto de la Buenaventurada Virgen María decide fundar un Colegio para señoritas en Antofagasta y a seguir desarrollando año tras año su obra en el espíritu del Instituto.

Para la nueva fundación la Madre Generala confió la misión a tres hermanas: madre María Margarita Mohr, profesora de alemán; Madre María Imelda Stümpfle, educadora de párvulos y a la Hermana M. Armella Hutzler. Después de un largo viaje a bordo del "Orazio" llegaron a Arica, primer puerto de Chile. Finalmente, la mañana del 18 de diciembre de 1934 avistaban la costa de Antofagasta, donde fueron recibidas cariñosamente y con un "abrazo a la chilena" por cuatro religiosas, el reverendo Vicario General de la diócesis de Antofagasta, M. Fortes, y el Padre Rector Blümell.

Congregación

Así comienza el envío asumido por la Congregación de la Bienaventurada Virgen María (Institutum Beatae María Virginis I.B.M.V.) para la fundación del "Colegio Alemán para Señoritas" que inicia su labor en 1935.

Las religiosas inicialmente vivieron en el Asilo de la Infancia, Institución a cargo de las Madres de la Providencia, para luego contar con dos casas ubicadas en calle Maipú 745 y 757, mientras se realizaba la construcción del edificio que las albergaría. En 1936 llegan cuatro nuevas religiosas: Madre Amalia, Madre María, Madre Gilberta y Madre Inmaculada. Para ese entonces se contaba con 290 alumnas, se crea el Primer Año de Humanidades y nace el primer uniforme (falda plisada azul marino, blusón blanco o azul tipo marinero, con guardas doradas, corbatín azul y sombrero o boina en forma de estrella).

Entre 1939-1947 la dirección del Colegio es asumida por Madre Gilberta, y el número de religiosas llega a 23. La matrícula del colegio se incrementa a 500 alumnas y por lo tanto, aumenta la planta docente. Forma parte del cuerpo de profesores Juan de Dios Carmona, quien sería más tarde, Senador de la República. Se implementa a Biblioteca, se construyen nuevas salas y se inaugura la cancha deportiva.

En 1941, por efecto de la Segunda Guerra Mundial, el nombre del colegio se cambia por el de "Instituto Santa María". En 1949 comienza a funcionar el centro de exalumnas, cuya primera presidenta fue la señorita Hada Ildefonso. El 1951 se constituye el Centro de Padres, el cual se compromete a cooperar con la acción social que realiza nuestro colegio.

Entre 1966 a 1983 reasume la Dirección del Colegio la Madre Gilberta. En este período se crea el Centro de Alumnas, el cual representa desde entonces al alumnado del plantel. En 1975 Madre Gilberta recibe la condecoración al mérito Bernardo O'Higgins, máxima distinción a un extranjero por labor meritoria. En junio de 1984 se entrega a la comunidad las nuevas instalaciones que albergan actualmente al jardín infantil "Mi amigo Jesús".

Santo Padre

En el año 1987, el domingo 5 de abril arriba el Santo Padre a la ciudad de Antofagasta y por la noche se hospeda en dependencias del colegio y realiza la bendición a la ciudad. En marzo del 2006 la Congregación de Jesús confía la dirección del establecimiento a la primera laica, la Sra. María Luz Gálvez Herrera, ex alumna y profesora del colegio. En el año 2009 se termina la remodelación de la Biblioteca del Colegio y en su reinauguración toma el nombre de "Madre Gilberta".

El 2010, año del bicentenario de nuestro país, el Gobierno Regional entrega al Colegio un galvano en reconocimiento al aporte realizado a la región por la Madre Gilberta. Hoy se continúa este gran viaje bajo la Dirección del profesor Sr. Néstor Rojas Mena.

De esta forma se persevera en el designio de nuestro Señor, que permitió que una rama del gran árbol del Instituto, fuese trasplantada hacia un país lejano, nuestro país Chile y específicamente la ciudad de Antofagasta en el año 1934.

"Lo público, lo privado y el aporte de la educación particular"

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Creemos en el Estado como regulador de la sociedad y rector del Bien Común. Del mismo modo creemos en una sociedad civil vigorosa, que libremente realice sus iniciativas particulares desplegando sus aportes para vivir en una sociedad más justa.

Conscientes de los desafíos que implica ser un aporte a la sociedad en el día de hoy y bajo el alero del cumplimiento de los 80 años al servicio de la educación femenina del norte de nuestro país. Estamos trabajando en un modelo de gestión institucional que permita iluminar nuestra identidad como colegio de iglesia, mejorar nuestras prácticas educativas y de gestión. Fortaleciendo la reflexión necesaria y fundamental en pos de una mejora constante y sostenida.

Este modelo nos permitirá evaluarnos conocer nuestras fortalezas y debilidades, lo que consentirá a partir del análisis de las mismas, la elaboración de planes de mejora tendientes a impactar los resultados que nos propongamos como colegio y así garantizar una educación de calidad con el sello y la identidad católica.

Por tal motivo reafirmamos nuestro compromiso con la educación integral desde una cosmovisión católica. En donde el centro es la persona en su singularidad y capacidad de relación, teniendo como objetivo el desarrollo de todas sus facultades humanas, su preparación para la vida profesional, la formación de su sentido ético y social.

De tal manera seguimos siendo fieles al modelo de acción social que realizo Mary Ward fundadora de la Congregación de Jesús y sus compañeras, las cuales practicaron y desarrollaron su modelo de intervención social desde la perspectiva del empoderamiento, la denuncia de situaciones injustas y la sensibilización para la eliminación de la cultura de dominación propia de las estructuras patriarcales.

Una acción social desarrollada bajo este carisma encierra en sí misma una fuerza transformadora como consecuencia de que la intervención va orientada a la transformación de estructuras, a otorgar poder a las personas y sus comunidades. Se potencia la sensibilización, la denuncia y se genera participación y cambio social.

Mary Ward desde el comienzo concibe el servicio a los pobres, entendido éste como el desarrollo de una acción social basada en el respeto a la dignidad de las personas y por tanto centrada en reivindicar los derechos esenciales de todo ser humano.

"Amar a los pobres, perseverar en ese amor, vivir, morir y resucitar con ellos", ésta fue toda la meta y aspiración de Mary Ward.