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"Antofagasta sin Sabella, 26 años"

historias. ¿Dónde estaba cuando supo de la muerte de Andrés?. Sentimientos y reacciones . El próximo miércoles de conmemora un nuevo año de su partida.
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El día de la partida de Andrés, me hallaba en casa, preparándome para ir a la playa con mis niños. Como todos los fines de semana, escuchaba Radio La Portada, que dio a conocer la infausta noticia. Me sentí impactado y me llené de recuerdos.

Mi primera reacción fue llamar a Mario Requena y me fui al diario, para informar a mis colegas, pero no había nadie. Dejé un papel en el escritorio del Jefe de Crónica, dándole a conocer el deceso de Andrés.

Seguí escuchando la radio y comenzaron a hacer comentarios y notas. Igual nos fuimos a la playa. En todos los lugares la gente hablaba de la muerte de Sabella. Hubo en La Rinconada un despistado mal-nacido que, al contarle lo de Sabella, comentó… ¡Un comunista menos!

La obra de Sabella debe permanecer vigente por los tiempos futuros, dejándonos una lección perenne de nortinidad y antofagastinidad…. Única manera de potenciar dichos sentimientos y/o valores en las generaciones futuras.

No puedo desprenderme de mi nexo con Andrés: me prestó su nombre para dos de mis hijos varones, nacidos en fechas que para el poeta eran también de especial importancia.

JAIME ALVARADO GARCÍA,

Profesor, periodista

Yo estaba en Antofagasta, en mi casa, cuando me llamó mi gran amiga Brunilda González para darme la triste noticia de la muerte de Andrés

Me sentí solo, sentí que perdía a un ser superior, el que nos hacía reflexionar constantemente, como miembro del movimiento estudiantil de la Universidad de Antofagasta. Yo era presidente de la carrera y en sus tardes de conversa, siempre nos otorgaba un optimismo y sabiduría al enfrentar la feroz dictadura. Con su deceso sentí algo muy importante: nos dejaba en desamparo. Lo primero que sentí fue soledad, y miedo. Con

él siempre uno se sentía protegido y tranquilo.

Alguna vez Don Andrés me dijo que él había publicado un texto sobre Gabriela Mistral, que le llamó "La otra Gabriela", donde él había intentado detallar poéticamente esa faceta tan desconocida de ella para nosotros los chilenos, pero me contó que El Mercurio le había cambiado el título y había puesto "La obra de Gabriela". Con esta situación me prometí nunca jamás rendirme ni acallarme por nada ni nadie, fue una lección de vida y de consecuencia por la verdad y por la información.

RENE HUERTA QUINSACARA ,

Consejero Regional de Cultura

El 25 de agosto, de 1989, de noche, nos reunimos un grupo de iquiqueños en Orella con Vivar, en el Sindicato de Estibadores para escuchar a Andrés Sabella.

Mi hija se levantó temprano al día siguiente para asistir al encuentro que Andrés Sabella tendría con los jóvenes. Se llevó una grabadora. Volvió pronto, con cara entre sorprendida e impresionada y me comunicó la triste noticia. Andrés no estaba ya más en este mundo. Una gran cantidad de jóvenes habían esperado largo rato hasta que alguien llegó a informarles la situación.

Mi primera reacción fue de incredulidad ¡Si hacía poquísimas horas había hablado con él! Luego de tristeza, al asumir la realidad.

Traté de ubicar a Guillermo Ross-Murray para que me contara qué había ocurrido. Me temía que la impresión pudiera hacerle mal. Cuando por fin lo vi, solo me dijo "Murió en los brazos de su amante", aludiendo a esa hermosa aseveración de Andrés de que Antofagasta era su esposa e Iquique era su amante.

Nos propusimos con Guillermo no permitir que en Iquique se olvidara al poeta, y durante muchos años continuamos homenajeándolo una o dos veces al año. En los primeros tiempos, aun difíciles, recibimos el apoyo de Florencio Peñafiel, en su establecimiento La Guayaba, y de Iván Vera-Pinto en el Teatro Expresión. Podíamos entonces leer poesía de Andrés Sabella y hacerlo presente a quienes nos escuchaban. En varias oportunidades también, nos reunimos con miembros de la Hermandad de la Costa y con Alberto Carrizo para leer, conversar y mantenerlo en el recuerdo.

Me gustaría tanto que en las universidades de Antofagasta, Iquique y Arica hubiera una cátedra de nuestros escritores del Norte Grande, no solo para no olvidarlos, sino también para que fueran revisados por las nuevas generaciones y así permanecieran en contacto con su pasado y sus orígenes.

CECILIA CASTILLO,

Académica UNAP Iquique

Estaba en la casa, cuando la radio Centro dio la feroz noticia: Andrés Sabella había fallecido. No lograba comprenderlo. Luego comenzaron a llegar Jano, Pablito, Quique, algunos de los jóvenes que una semana antes habían pintado un mural en Zenteno con Llanquihue, con la presencia del poeta.

Recordaron como Andrés, con mucha vitalidad, entre escaleras brochas y tarros de pinturas conversó y bromeó con ellos, los animó, y leyó un par de hermosos poemas de libertad y amor por el norte, con una energía increíble. Estábamos consternados, con rabia e impotencia por esta partida tan repentina. Creo que el norte tuvo y tiene muy buenos poetas pero Andrés Sabella fue, es, y será el más grande poeta del Norte Grande..

OMAR VILLEGAS,

Documentalista y Consejero

Regional de Cultura

PATRICIA BENNETT,

Rectora del Colegio San Patricio

Era día sábado y nos encontrábamos planificando las carreras de Teatro y Periodismo para el Instituto Profesional José Santos Ossa. En Teatro, la jefa de carrera iba a ser Sonia Viveros. Para Periodismo, Andrés Sabella había aceptado la nominación como Jefe de la carrera. Estaba muy emocionado y entusiasmado.

De repente, nos golpeó la noticia. Andrés había fallecido en Iquique. Perdimos al poeta, al hombre mago, al amigo, al maestro. Fue muy sorprendente, un sentimiento de incredulidad. Al enterarnos, las palabras huyeron despavoridas y se nos instalaron muchas preguntas: ¿Cómo podría la ciudad permanecer sin él?, ¿Quién podría ejercer la magia de su soberanía del alma?, No podía entender una Antofagasta sin Andrés. Imaginaba las calles enloquecidas, corriendo sin sentido, las esquinas chocando.

Hoy veo con emoción como, en las generaciones jóvenes, Andrés aparece en la visión del Norte, en las canciones, en los poemas… Andrés sembró de tal manera, que esta es su "cosecha de luz".

Pienso que Andrés sigue siendo el mago de siempre.

Yo no supe cuando murió don Andrés. Estaba en el extranjero y las veces que escribí a colegas o amigos de Antofagasta no me respondieron. No supe de Antofagasta durante casi 7 años. Regresé el 30 de septiembre de 1989 a Chillán.

Alrededor del 15 de octubre supe que Sabella había fallecido. Recuerdo haber escrito una columna en el Diario "La Discusión", de Chillán, que el regreso había sido también duro por no poder besar y abrazar a familiares que habían partido y también despedir a don Andrés. ... y, que Antofagasta ya no sería la misma sin él.

Estimo faltan seres humanos como don Andrés Sabella,,, personas hay millones.

MANUEL EDGARDO ORTIZ VEAS,

Periodista, radicado en Chillán

MARÍA CANIHUANTE VERGARA,

Curadora del patrimonio Andrés Sabella

Era un sábado típico, similar a muchos otros. Al volver de la feria, escuché la terrible noticia en radio La Portada: "Andrés Sabella murió en Iquique" cayeron las bolsas, rodaron las frutas, como rodaron los recuerdos, las risas, las palabras del maestro, del poeta, del amigo. Y el día se llenó de Sabella y de tristeza. Radio La Portada silenció su programación para dedicar sus micrófonos al poeta, en toda su magnitud. Las emisoras locales sólo hablaban de Sabella, de ese Andrés que tenía un lugar tan especial en la vida cultural de Antofagasta; de ese Andrés que, con su obra, dio nombre a todo nuestro Norte Grande; de ese Andrés que, con su "Antofagastinidad", nos enseñó cómo amar nuestra ciudad.

Y la vida cambió. Ya no podríamos ir a Uribe 666 a conversar con el maestro, ya su calle "se enrolló", desapareciendo, con Andrés, la magia de su palabra. Y la Plaza Colón, asombrada, esperaba cada día los pasos del poeta; miraba hacia el Correo, pensando que Andrés había tomado otro rumbo. Y las gaviotas, huérfanas, volaban sin destino. Y las olas, enloquecían, golpeando las rocas. Y las nubes, entristecidas, llenaban de sombras "la ciudad del Reloj de los Ingleses, del Ancla recia, de La Portada augusta". El Duende Mágico cambió de estadio…

Y así, en esta Antofagasta sin Sabella, han pasado 26 años. Sin embargo, cada día se le recuerda más. Hoy, su creación, el término "antofagastinidad", está ingresado al léxico normal en diarios y conversaciones. Sus poemas sirven de tema para creaciones musicales. Sus dibujos, son aplicados a vestuario. Museo, Corporación Cultural, Liceo, Casa de la Cultura, Avenida, Concursos Literarios nacionales y, muy pronto, nuestro aeropuerto, rinden homenaje al gran poeta del Norte Grande, llevando su nombre. Y Antofagasta dice al mundo:

"ANDRES SABELLA, EL NORTE GRANDE TE RECUERDA SIEMPRE"