Jaime Cabrera
Hay una alegría franca al contemplar los óleos de Jaime Cabrera expuesto en la Galería Imagen, de calle Uribe, porque nos hallamos, realmente, enfrentados a un pintor que busca, afanosamente , cómo expresarse cada vez más sólida y cabalmente. Es un pintor de cosas domésticas, objetos que le exigen cabalidad: el tratamiento de las cajas de cartón que le preocupan, bastaría -por ejemplo- para admirarle en su justeza de visión. Pero, están la fidelidad de sus clavos, de las cebollas y zapallos, de esa "Manzana Roja" y del papel de diario que la guarda, envolviéndola; y aquella "Chaqueta Azul" que parece colgada, allí, para que alguien la retire y la vista: un acierto que nos permite valorar a un artista que sabe penetrar en temas sencillos y familiares, dándoles no solamente su verdad, sino "ese algo más" que únicamente proporciona el creador
Jaime Cabrera pinta, apasionadamente, leal a los modelos; pero sin evitar que su espíritu se incorpore a ellos y les infunda su sello, acto que distingue a las obras de arte que no son meras "gracias" fotográficas. Cabrera posee vista de pintor y ternura de poeta.
Esta virtud, la de la ternura, se levanta en imágenes de sutileza, como "Niña del Globo", globo cuya transparencia fue un desafío que el pintor solucionó, con ventajas. En "El Zapato", el viejo tema del pintor neozelandés Vincent Van Gogh, Cabrera prueba su coraje. Nos importan dos cuadros de niños: "Detrás de la Ventana" y "Niño del Cierre", óleos hermanos, donde un hilito de misterio nos detiene: sugieren el temor de salir a la vida, de atisbarla antes de lanzarse a ella. "Mujer de Negro" se envuelve en una atmósfera cruda, de enigma como un retrato de fatalidad.
¡Albricias para Jaime Cabrera Cossio, este pintor que entiende su tarea como entrega de belleza, verdad y vida!