Winétt de Rokha
Poetas de Chile -Huidobro, Mistral, Neruda- implantaron, desde el recibo nidal andino, una conducta creadora para todos los poetas del habla y de Europa. ¡Esto debiera repetirse, incesantemente, para que el cultivo de la frente apasionase tanto, o más, que el de los pies!
Ahora, evocamos a una escritora chilena, cuyo aniversario de su muerte, se cumplió el 7 de agosto. Hablaremos de Winétt de Rokha, una de las mujeres más firmes de corazón y de acento lírico nacida en el Continente; una mujer que fue diamante de femineidad y cauce vivísimo de plenitud. Entre las escritoras definitivas de nuestra América, Winétt ocupa una situación de singularidad: no ciñó su poesía a una vulgar, pedestre y vacía descripción de sus fenómenos biológicos, sino que creó, de modo insobornable, "eso" tremendo y difícil, ardiente y mortal, que es la Poesía.
Sus cánticos representan auténticas contiendas del Verbo; son hermosas sucesiones de mágica visión, sorpresas de maravillosa textura. Nunca Winétt de Rokha se entregó a varios ejercicios retóricos; luchó, línea a línea, palabra a palabra, hasta levantar un mundo nuevo -su poema- dentro del mundo.
Por la ternura, Winétt llegó a entender el llanto del desgarrado y el oprimido, y se unió a la dolorosa lágrima de los parias; entonces, su maternidad se multiplicó y los pobres pasaron a ser hijos de su terneza; su poética giró a estadios de esperanza y, sueño a sueño, luchó por aproximar a su corazón, el latido de la tristeza proletaria.
Es momento de exclamar con ella, en apasionada voluntad de servicio terrestre: "Nada poseo sino la tierra -nada deseo sino la tierra- nada exalto sino la tierra". En el seno de la tierra reposa Winétt de Rokha su eternidad sin sombra.
Los que sentimos nuestra poesía, como la máxima fortuna de nuestra tierra, seguiremos recordándola en sus poemas, que son centelleantes joyas de luz humana vaciada en el agua biselada de una forma personal y luminosa.
N.de R.: "Herakles", alter ego de Andrés Sabella.