Despreciar al rival
El CDA caminaba con cierta tranquilidad en la Copa Chile. Era un líder que irradiaba contundencia y aplomo. Los resultados le acompañaban. Entonces y de repente se les hizo de noche. Quizás el equipo técnico pensó que ganarían casi sin bajar del bus que los transporta. Una serie de cambios en la alineación contra San Marcos de Arica le llevaron a perder esa solvencia que hasta ese momento mostraba.
Queremos resaltar que la hinchada local piensa que tenemos mejor equipo que la temporada anterior. Pero hoy en día, menospreciar a un rival deportivo suele acabar en tragedia. Ni los más potentes equipos del mundo se fían de un rival a priori más débil. En el deporte profesional tienes que estar preparado y es obligación ganar. O por lo menos tienes que intentarlo. No entrenamos niños, sino deportistas contrastados que ganan un buen sueldo y hacen lo que les agrada. Entonces, pregunto, ¿Por qué arriesgar una clasificación tomando una decisión táctica equivocada? ¿Ha mostrado el técnico falta de intuición para valorar los riesgos? ¿No tuvo tiempo de reaccionar? ¿Conocía el entrenador las debilidades y fortalezas de sus rivales? ¿Se hace un trabajo de scouting?
A estas alturas todos son preguntas, pero las respuestas las tiene el entrenador. El dibuja el mapa, pero solo el jugador recorre el camino. Pero el mapa debe de estar bien dibujado, para que el deportista no se pierda.
El equipo va a Calama con la confianza un poco rota y con un condicionante a por lo menos sacar un empate. ¡Pero las urgencias son traicioneras! Ya no dependes tanto de ti y el rival lo sabe y juega con tus ansias. Y el partido avanza y no sólo no logras empatar, sino que pierdes y así se ha ido todo al carajo.
Al CDA se le ha escapado el caramelo de la Libertadores. Y otra vez nos quedamos a medio camino. ¿Se nos avecina otro año de sufrimiento en cuanto a resultados? Esperamos que no, pero el equipo tiene la obligación de reaccionar y darle alegrías a sus seguidores. ¡Todo depende de que la pelotita entre en la portería rival!
¡Así de simple, pero a la vez, así de complicado si el guía equivoca el camino!