La Presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, cumplió ayer los primeros seis meses de su segundo mandato con el apoyo a su Gobierno en un dígito y la inflación rozando los dos, lo que refleja el delicado momento político y económico del país.
El creciente descontento de la sociedad con la segunda gestión que la Mandataria comenzó el 1 de enero pasado fue registrado en una encuesta divulgada ayer por el instituto Ibope, según la cual la tasa de aprobación del Gobierno cayó a un escaso 9%.
Según Ibope, un 21% califica esta nueva gestión de Rousseff de "regular" y un 68% la considera "pésima".
El resultado del sondeo realizado por Ibope coincide en líneas generales con otro divulgado hace diez días por la firma Datafolha, que situó la tasa de aprobación del Gobierno en un 10%, frente a un índice de rechazo que también ubicó en el 68%.
Ibope explicó que dos de los factores que generan ese malestar son la inflación y el temor a un mayor desempleo. De hecho, la inflación en Brasil mantiene una curva creciente desde el año pasado y en los primeros cinco meses de 2015 ya alcanzó una tasa del 5,34%, con una variación interanual del 8,47%.
Según analistas del mercado financiero, los precios crecerán este año al menos un 9%, aunque hay quienes temen que la tasa llegará a los dos dígitos antes de que concluya el segundo semestre.
El mercado laboral también registra un constante deterioro y, según datos oficiales, la tasa de desempleo avanzó hasta el 6,7% el pasado mayo y encadenó así su quinta subida consecutiva.
Esos dos factores afectan sobre todo a las clases más bajas de la sociedad, que concentran la base de apoyo a Rousseff, quien en octubre pasado fue reelegida con un 51,64% de los votos.
Según los expertos, el alza del desempleo y la inflación están vinculados al descalabro que las cuentas públicas tuvieron en 2014, cuando registraron un déficit equivalente a unos US$ 10.500 millones y cerraron en rojo por primera vez en 13 años.
Para enfrentar esa situación, el Ejecutivo comenzó a aplicar un severo e impopular programa de ajuste fiscal, que incluyó un duro recorte en los presupuestos para este año y medidas para aumentar la recaudación por la vía tributaria.
En ese escenario, el propio Gobierno reconoció que la economía se encogerá este año un 1,2%, aunque los analistas del mercado financiero elevan esa contracción a casi un 1,5%.
La popularidad de Rousseff también ha sido minada por el escándalo de corrupción destapado en la estatal Petrobras.