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¿Para qué leer?

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¿Para qué fomentar el leer y escribir?: ésta es una pregunta que deberíamos hacernos todos los que trabajamos en el ámbito educativo, social y cultural. Es necesario tener claridad sobre la importancia que tiene la lectura y escritura en la vida de las personas y de la comunidad. La lectoescritura es la base de la autogestión del conocimiento y de la capacidad de los colectivos de apropiarse y reinventar su cultura.

Las habilidades lectoras son fundamentales para el desarrollo pleno de las capacidades cognitivas, leer nos enseña a pensar y escribir nos da la oportunidad de compartir nuestro pensamiento.

Algo falla en nuestra sociedad, cuando se constata que las personas están perdiendo el gusto por leer de manera sostenida. Y aquí no se trata de un leer "ilustrado", sino de la lectura por placer: leer el diario, leer una receta, leer un comentario deportivo.

Cuando perdemos el gusto y la práctica de leer/escribir, estamos consolidándonos como una "sociedad silenciada", en la medida que un amplio sector está incapacitado de expresarse libremente, al carecer de las habilidades cognitivas necesarias para ello. Esto es preocupante, porque tenemos poca conciencia acerca de lo que implica la pérdida de la capacidad de leer y escribir.

Para que cualquier estrategia de fomento de la lectoescritura tenga éxito es necesario generar una valoración social del acto de leer/escribir; es importante que discutamos, que dialoguemos, para sumar más voluntades con convicción y compromiso.

Enseñar a leer resulta insuficiente si no existen instancias de acceso y si no se fomenta el gusto por leer como un acto crítico vital. Todos deberemos comprometernos con esto: desde la casa, el barrio, escuela, la plaza, la biblioteca.

Leer y escribir debe trascender la habilidad de entender las palabras, para ser la capacidad de leer, integrar y cuestionar la realidad.

A la vez, ser una habilidad que permite al que lee, escribir y reescribir su pensamiento y su práctica.

"La música me hace sentir más joven, más viva y alegre"

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Cuando Claudia Lira (43) responde qué significa en su vida la música su rostro se llena de risa y sus ojos se iluminan, quizás rememorando su época de niñez cuando el canto era su sueño más grande, pero que se vio obligada a postergar por cosas de la vida.

Sin embargo, a esta esposa y madre de tres hijos las circunstancias le han puesto en su camino una nueva oportunidad para explotar y sacar afuera todo ese talento que por años solo compartía con su círculo más cercano.

Hoy esta dueña de casa y emprendedora es una de las artistas seleccionadas que integrará el programa de busca talentos "Academia Norte", una co-producción de Agencia Cafeína, Digital Channel y Soyantofagasta.cl, que comenzará a ser emitida en las próximas semanas.

¿Cómo surgió la oportunidad de ingresar al programa?

-Fue algo muy chistoso. Me enteré por el diario que se realizaría un casting para un programa de talentos. Todos mis hijos cantan. Les dije que había un casting y los llevé para que participaran. Fuimos, se inscribieron, dieron la prueba pero no quedaron seleccionados. La audición fue en el Teatro Municipal. A mí no me dejaron entrar a ver a mis hijos, pero igual me colé y me encantó la acústica que tiene el teatro. Mi madre que también nos acompañó me alentó a que me inscribiera en el casting. Ella es mi fan número uno. El tema es que me atreví y me subí a cantar. Finalmente a la producción les gustó lo que hice y me seleccionaron. Sin embargo, mis hijos no quedaron en el programa.

¿Qué le dijeron sus hijos cuando se enteraron que era una de las seleccionadas?

-Al principio mi hija no estaba muy segura de que audicionara. Después cuando supo que había quedado me dijo que había cantado muy lindo. Esta fue una oportunidad que me mando Dios. Ahora mi hija Javiera me asesora en todo lo que es vestuario y peinado. Mi hijo Nicolás me ayuda a ensayar. Toma mi familia me apoya mucho en este momento.

¿Cómo vivió su regreso a los escenarios?

-No tenía nada preparado. Más encima mi memoria es muy mala porque sufro de fibromialgia. Para mi aprenderme una canción es el doble de trabajo. Me aprendí la primera estrofa de la canción y de ahí me fui de corrido. Me tocó audicionar de las últimas. Me subí al escenario con las ganas de sacarme un gustito. Mi intención no era quedar en la academia porque encontraba que habían puros lolos, nada que ver conmigo, era como chancho en corral ajeno. Yo solo quería que mis hijos me escucharan cantar.

¿Cómo fueron sus primeros acercamientos con la música?

-Yo canto desde los 10 años. Primero empecé cantando folclor en el colegio y representando canciones de don Reinaldo Lagos participando en concursos de canciones inéditas. Siempre fui ganadora. También participé en el Festival del 14 de Febrero, que igual gané. Después me casé y mi relación con el canto fue disminuyendo.

Según su experiencia ¿coincide en que muchas mujeres, esposas o madres a veces postergan sus sueños por dedicarse a su familia?

-Creo que sí. Muchas veces cuando una tiene familia ya no tiene el tiempo y la disposición cuando una no está casada. A pesar que mi esposo siempre me ha apoyado, pudiese pareciera que a él no le gustara que yo cante, pero no es así. Su temor es porque yo no sufra si no llego a ganar y me deprima. En mi casa a todos les gusta que yo cante. Pero es muy común que muchas mujeres posterguen las cosas que les gusta hacer. Tengo amigas que les ha pasado lo mismo.

¿Qué significa la música en su vida?

-La música me hace sentir más joven, más viva y alegre. La música me hace salir a veces del mundo tenso y me hace que uno se sienta más relajado. Es como una terapia. Con mis hijos cantamos todo el tiempo.

¿Cómo ve esta oportunidad de integrar el programa?

-Al principio cuando me presenté era como un juego. Quería ver cómo funcionaba arriba del escenario, si me ponía nerviosa, si tartamudeaba la voz, pero resultó que me sentí muy bien. Me salió una personalidad que no conocía. Me sentí como si estuviera en mi casa con mi familia donde cantamos todo el día. Nunca pensé que en otra parte me iba a sentir tan cómoda como en mi casa.

¿Qué expectativas tiene en la competencia?

-Me gustaría seguir participando y por qué no ganar. Quiero ser un ejemplo para que las señoras que quisieran participar en alguna cosa y no se atreven lo hagan. A veces uno mismo se sorprende de las cosas que puede hacer. Así uno se empieza a conocer. Lo importante es adquirir experiencias nuevas y refrescantes de los jóvenes. Para mí esto es una experiencia nueva, bonita y entretenida.

¿Tuvo la oportunidad de grabar los primeros capítulos del programa?

-El sábado pasado tuvimos una clase con la maestra Nelly Lemus. Fue una experiencia muy enriquecedora. Muchos jóvenes no la conocían. Todo lo que nos dijo la maestra es cierto, es decir, darle más atención a nuestra tierra. Así como los bolivianos que se fascinan con la saya, nosotros nos avergonzamos por cantar una cueca.