El cielo y la tierra
En el cielo como en la tierra. Era el predicamento de la orden de Ignacio de Loyola en Antofagasta. Estaban en las alturas teológicas pero muy en la tierra para acometer las tareas que tenían en la comunidad.
En la Universidad del Norte de las décadas del 60 y 70, antes que el golpe militar destruyera todo lo humano en Chile, los jesuitas aplicaba un sistema de aparente pago riguroso en efectivo además de préstamos en matrículas y aranceles para asumir las variadas carreras que ofrecía la institución de Avenida Angamos.
Cuando el estudiante era de otras ciudades, se le ubicaba en pensionados y comenzaba a cancelar más adelante sus responsabilidades académicas.
A mediados de año se realizaba un segundo y definitivo examen de selección donde quedarían quienes serían futuros profesionales para las necesidades del norte y de Chile.
Los préstamos se transformaban en becas permanentes para los estudiantes modestos económicamente (o quintiles actuales). Al final de su carrera el alumno comprobaba que no había necesitado pagar.
Con claridad los jesuitas aplicaban el Arancel Diferenciado que es el sistema que se comenzará a poner en funcionamiento en Chile. Los que pueden pagar lo hacen y los que no, quedan exentos.
La pregunta es obvia. ¿Si los jesuitas lo tenían claro hace más de medio siglo porqué cuesta tanto entenderlo ahora?
Porque la educación universitaria es un negocio. Simplemente está cumpliendo con la Constitución de 1980 que establece normas de lucro a todo lo que se mueva en este país. Todo es economicista: la Salud, la Educación, la Jubilación, la Vida.
Las universidades eran democráticas. Hasta antes del golpe todos votábamos en la Norte: académicos y alumnos, con un 40% cada estamento y un 20% para administrativos y obreros. Elegíamos al rector.
Todo emanaba de los claustros de discusión que determinaban la investigación, estilo académico y el contacto con el medio.
¿Es tan complejo entenderlo en el Chile del consumismo?