Geología de un planeta desierto
Patricio Jara nos muestra una situación casi de realismo mágico, un padre muerto viene a visitar a su hijo de profesión geólogo, sin mediar ningún trámite de santería, brujería, ni ciencia ficción.
Dando unos golpes a la puerta aparece el padre de Rodrigo, el que fue enterrado hace ya diez años, es más, fue el mismo Rodrigo quien lo reconoció en la morgue, quien lo vistió y metió al cajón.
Lo sorprendente es la forma como Jara nos cuenta la historia, hasta hacernos sentir que esto es posible. Nos interna en la trama (que se desarrolla en Antofagasta) percibiendo como algo, casi cotidiano, que un muerto salga de su tumba para encontrarse con el hijo. Mientras innumerables hipótesis rondan nuestros pensamientos, hasta los últimos capítulos del libro.
"Las circunstancias llevan a Rodrigo a recordar su infancia, el alcoholismo y muerte de su padre, así como los caminos que él, como geólogo decidió tomar. Entonces deberá enfrentarse a esos fantasmas escondidos bajo tierra que determinaron sus opciones de vida".
La novela nos hace acercarnos a la misión de un geólogo, profesión de la cual, la mayoría, sabemos poco. Y pulsar, además, cómo el gran desarrollo de la minería ha transformado nuestras ciudades y nuestra forma de vivir.
"El desierto no es tan desierto como se cree. Los que más se llenan la boca son los que menos saben de estos peladeros hechos de tierra caliente y aire seco…La esperanza del geólogo es descubrir. Pero son los menos los que lo logran, muchas veces hay que conformarse con participar en grupos que tienen por única misión mirar dos veces un terreno que antes nadie cotizaba. Salvarnos con los yacimientos ciegos, los que no dan pistas sobre la corteza. Entonces hay que trabajar duro, invertir mucho tiempo y dinero. Traer la infantería al cerro…ese es el desafío. Los camiones gigantes contra el cerro, las máquinas gigantes, las tolvas gigantes subiendo como escarabajos hacia la montaña que los espera dispuesta a darles pelea".
Un libro para disfrutar.